Así comenzó la revuelta contra el lazo amarillo: "No vengas a joder la marrana"
Media Cataluña quita los lazos amarillos que la otra media impone, aplaudida por la Generalitat. La respuesta cívica a esa coacción ha empezado con una rusa valiente que sufrió un ataque.
Cataluña ha dicho basta a los lazos amarillos. Al menos la mitad de ella, cansada de una imposición que tiene la firma de la Generalitat y de sus potentes altavoces. Al igual que las calles de Barcelona se llenaron de banderas constitucionales, españolas y catalanas, para protestar contra el procés en el último trimestre de 2017; ahora se moviliza contra un símbolo que puebla las solapas de los principales dirigentes independentistas e inunda, con su tutela, edificios y espacios públicos.
El detonante de esa revuelta, que tiene en la imagen de Albert Rivera e Inés Arrimadas retirando lazos un icono y en el apoyo institucional de Ciudadanos y el PP una respuesta política; ha sido una salvaje agresión sufrida por una española de origen ruso mientras paseaba este fin de semana junto a su esposo e hijos y procedió a quitar algunos de ellos.
La paliza, negada por dirigentes como Gabriel Rufián de ERC, ha hecho saltar como un resorte a una sociedad nada dormida pero con menos visibilidad pública que la que apoya al soberanismo. Pero existió, y ya hay denuncias y partes médicos que la atestiguan. Así fueron los hechos:
El lazo amarillo es una imposición de las instituciones catalanas desde la solapa de Torra hasta la fachada de la Generalitat
Lidia, la mujer que sufrió una agresión junto al parque de La Ciutadella de Barcelona tras retirar varios lazos amarillos del vallado detalló en su denuncia ante la Policía Nacional que el agresor, tras un primer golpe que la tiró al suelo, se abalanzó sobre ella y le propinó "varios puñetazos" y que ella misma le siguió cuando se marchaba para evitar que eludiese a los Mossos d'Esquadra.
Según fuentes cercanas al caso, la mujer expuso ante los agentes que pasaban las 12.20 horas del sábado cuando paseaba junto a su marido y sus tres hijos menores de edad junto a la valla de La Ciutadella y ambos retiraron "unos cuantos lazos amarillos" que estaban anudados en la verja.
Fue entonces, según su relato a los agentes, cuando un hombre que caminaba por la misma acera del Passeig de Pujades empujando a una señora en silla de ruedas les increpó por retirar los lazos y amenazó con llamar a la policía. El marido de la denunciante contestó que tenía tanto derecho a quitarlos como otros a ponerlos y le invitó a realizar esa llamada.
La inacción de los Mossos tuvo respuesta en la Policía con una detención
La agredida, que es originaria de Rusia, se dirigió a sus hijos en ruso para decirles que se iban a casa pero, de acuerdo a los hechos que la mujer ha denunciado, el hombre volvió a dirigirse a ella gritando improperios como "extranjera de mierda", "vete a tu país" y "no vengas a joder la marrana aquí". Como ella no contestaba, él volvió a gritar: "Contéstame", a lo que ella respondió: "Sí, soy rusa y también soy de aquí".
De acuerdo a la denuncia, acto seguido, el hombre le propinó "de forma sorpresiva" un golpe en el lado derecho de la cara que le hizo perder el equilibrio y caer al suelo. Cuando se incorporó, el agresor "se abalanzó sobre ella y empezó a darle varios puñetazos en la cara y otras partes del cuerpo, haciéndole caer nuevamente al suelo y echándose sobre ella para continuar agrediéndola".
La nariz fracturada
La denunciante detalló a la Policía Nacional que si bien su marido intentó quitarle a aquel hombre de encima, no pudo y tuvo que ser ayudado por otros viandantes que acudieron en su ayuda. Cuando lograron separarlo, el agresor huyó con la señora en silla de ruedas.
Mientras el marido calmaba a los niños, pidió a la gente que retuvieran al agresor pero al ver que nadie lo hacía, ella misma le siguió hasta que aparecieron unos agentes de Mossos d'Esquadra que le retuvieron, siempre según su denuncia a la Policía Nacional. Uno de los agentes se entrevistó con el agresor y otro con el matrimonio.
Después, una ambulancia acudió a asistir a la mujer y en ella le informaron de que parecía tener la nariz rota. Sin embargo, en el Hospital del Mar, al que fue trasladada, concluyeron que sufría una "desviación del tabique nasal, con dolor intenso a la palpación, presencia de contusión maxilar derecha con pequeñas erosiones ciliares izquierdas". Al día siguiente volvió a un centro médico por los dolores y le pautaron analgésicos y reposo.
La invasión
Tras presentar esta denuncia, el siguiente paso es que los atestados y partes médicos recaigan en el Juzgado de Instrucción de Barcelona que se vaya a hacer cargo de la instrucción. Magullada y dolorida, Lidia es sin embargo una inspiración para los cientos de personas que conviven a regañadientes con lazos y cruces, algunos de ellos puestos en edificios tan señeros como el palacio de la Generalitat o el Ayuntamiento de Barcelona.