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Rivera sufre el “error Sánchez”

El líder de Ciudadanos sabe que tiene que enterrar su viejo pacto con Sánchez y el desalojo de Rajoy. Y tiene un plan para lograrlo que ya ha puesto en marcha.

Rivera sufre el “error Sánchez”

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Si algo preocupa notablemente al círculo próximo a Albert Rivera es encontrar el remedio que borre de la memoria de los españoles el hecho de que llegó a firmar un acuerdo de Gobierno con Pedro Sánchez. O que fue la retirada del apoyo de su líder a Mariano Rajoy lo que abrió la espita a la moción de censura que echó al PP y trajo el Gobierno del PSOE con sus aliados de todo pelaje ideológico.

En Ciudadanos son muy conscientes de que aquellas decisiones van a ser machaconamente esgrimidas en su contra por Pablo Casado y los suyos. Y que son un tortuoso recuerdo para buena parte del electorado. Más ahora, cuando les golpean a diario las erráticas políticas de Sánchez desde que desembarcó en la Presidencia.

De ahí que Rivera necesite cuanto antes confrontarse con el PSOE. Cualquier paso en cualquier ciudad o comunidad autónoma se valora en clave nacional. Por eso el líder naranja espera como agua de mayo que Susana Díaz adelante las elecciones andaluzas.

Andalucía es uno de los mojones colocados en su camino a La Moncloa. En la sede de la formación naranja tienen claro que, tras el triunfo de Inés Arrimadas el 12 de diciembre en las elecciones en Cataluña dejando al PP catalán en la irrelevancia, el sorpasso en Andalucía, más allá del efecto político inmediato de decidir quién gobierna en el Palacio de San Telmo, abonaría el terreno para presentarse en toda España con la vitola de fuerza hegemónica alternativa en la pelea con el estrafalario socialismo de Pedro Sánchez.

En ello trabajan. Y en Ciudadanos están seguros de que su candidato, Juan Marín, “adelantará a un PP de Juanma Moreno que incluso Casado desea ver derrotado para pasar a cuchillo a sus tutores, Arenas y Soraya”.

También de la campaña de retirada de lazos amarillos emprendida por Cs (más allá de la importancia de oponerse a una simbología que estigmatiza a la mitad de los catalanes) sacan los mandatarios naranjas una valoración nacional.

“Es un éxito la buena acogida que tiene no solo entre constitucionalistas catalanes que sufren a diario la colonización nacionalista del espacio público, sino por el resto de españoles, hartos de las fanfarronadas separatistas que quedan sin contestación por esa medrosa falsedad de ‘no elevar la tensión’, tan útil para los independentistas”.

Los lazos amarillos

En este sentido, les ha venido bien, en clave partidista, que Pablo Casado se haya sumado a la tesis de que los dirigentes políticos no deben retirar lazos amarillos “para no crispar”. Rápidamente, desde Cs se ha aprovechado lo que consideran una grieta en el discurso del líder popular para introducir una cuña sobre “los eternos complejos del PP” con el separatismo.

“Cuando el Gobierno de Rajoy estaba en el poder, Cataluña ya estaba inundada de lazos amarillos y no hizo nada por quitarlos”, acusó Arrimadas el viernes pasado, en otra pirueta por buscar diferencias y sacar ventaja electoral entre dos partidos que luchan por los mismos votos.