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La Diada: una "fiesta" supremacista que agrede a Cataluña y a España

El secuestro de la jornada por el separatismo no fortalece sus objetivos, pero debilita la convivencia en Cataluña y lanza un desafío a Sánchez, incapaz de entenderlo ni de atenderlo.

La Diada: una "fiesta" supremacista que agrede a Cataluña y a España

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Lejos de ser la Diada una manifestación de fortaleza del independentismo, lo es ante todo de su terrible impacto en la convivencia en Cataluña: que sus propias instituciones, cuya existencia emana de la Constitución que tanto pisotean, encabecen la transformación de una fiesta de todos en una exhibición de su supremacismo ilegal es, simplemente, un drama.

Éste es el gran problema del soberanismo, y no las consecuencias prácticas que pueda tener en la organización territorial, legal, democrática e histórica de España; que no va a variar por muchos separatistas que salgan a la calle: seguirán siendo un porcentaje mínimo de la única ciudadanía con derecho a decidir; la que conforman los 47 millones de españoles en quienes reside la soberanía.

Del mismo que la independencia no es una opción, por muchos adeptos que tenga en Cataluña; no hacer respetar la Constitución tampoco lo es

Si ese objetivo es inviable, por razones cualitativas y cuantitativas, lo único que representa el secesionismo es el conflicto. Y la Diada es la manifestación extrema y extremista de ese fenómeno, peligroso en términos de convivencia, de seguridad y de respeto.

155 amplio

Del mismo que la independencia no es una opción con futuro, por muchos adeptos que tenga en Cataluña; no hacer respetar la Constitución tampoco lo es. Y eso no incluye solo la activación de cuantos mecanismos legales sean necesarios -incluido un 155 más amplio-, sino también la pedagogía política y la claridad discursiva, dos virtudes imprescindibles que el Gobierno de Sánchez ha sustituido por la falacia y el entreguismo.

Porque falacia es hablar de "normalización" en Cataluña mientras la Generalitat emite mensajes de tono casi bélico. Y entreguismo es mirar para otro lado ante las constantes agresiones a los catalanes -desde los lazos amarillos hasta el cierre del Parlament- para no contrariar a quien, en definitiva, compensó la falta de votos en las urnas con la cesión interesada de sus escaños.

Sí hace falta más política en Cataluña, pero no la de Sánchez e Iglesias, que ha valido para blanquear al separatismo

Claro que en Cataluña hace falta política, pero no precisamente la que exponen Pedro Sánchez o Pablo Iglesias, un compendio de generalidades, en el mejor de los casos, que sólo ha servido para legitimar y blanquear al nacionalismo.

¿Qué más necesita este Ejecutivo para darse cuenta de que tienen delante a unos totalitarios, cada vez con menos pudor, a los que ningún supuesto "diálogo" va a frenar si no incluye lo único que ningún presidente de España tiene en su mano conceder?

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