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Y parió un ratón

Sánchez decidió promover una reforma de la Constitución que no está en su mano: olvida su extrema debilidad, aunque en Moncloa su entorno ya es consciente de que la tiene y la paga.

Y parió un ratón

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Publicada la tesis y sometida a sus particularísimos filtros antiplagio, la prioridad de La Moncloa pasaba por blindar a Pedro Sánchez para intentar pasar a la ofensiva. Lo pretendió con un acto en la Casa de América de Madrid titulado –nada inocentemente– Avanzamos.

El protagonista único fue el presidente, tras el previo avance matutino desde su gabinete de que habría un anuncio “importante”. Sin embargo, ante casi todos sus ministros y 250 asistentes de distintos sectores de la sociedad, parió un ratón.

Una ocurrencia más, otra  forma de distraer al personal para ver si enreda a Casado en algún renuncio

Porque se limitó a proponer una reforma exprés de la Constitución para suprimir –más bien acotar– los aforamientos. En realidad, lo que hizo fue plantear una propuesta para el debate entre los grupos parlamentarios, a los que reclamó un rápido acuerdo en medio, por cierto, de la total frialdad de los presentes en el auditorio.

Con Redondo

Con excepción, dicho sea de paso, de su jefe de gabinete, Iván Redondo, ideólogo de la iniciativa en los despachos monclovitas prácticamente a solas con Pedro Sánchez. Al presidente se le vuelve a escapar algo significativo: que apenas dispone de 84 diputados y para llevar a cabo su plan requiere del imprescindible concurso del PP. Total, nada. Porque a esa fuerza política no ha tenido reparo en presentarla como anegada de corrupción y propensa a favorecer la desigualdad y la confrontación territorial.

Sigue dando la impresión de que Sánchez no es consciente de su máxima debilidad. Cada vez son más los españoles que reclaman de él solo la convocatoria de elecciones generales. Así que lo hecho este lunes, además de un brindis al sol, es meramente despejar balones hacia adelante para aliviar el agobio ofensivo que sufre.

La inconsistencia

Una ocurrencia más, otra forma de distraer al personal para ver si por medio enreda a Pablo Casado en algún renuncio. Y es que aunque el discurso del presidente, tal y como se apuntó desde su entorno, “buscó trasladar su vocación de continuidad en el poder”, la zozobra interna persiste y en el círculo del propio Sánchez no evitan mostrarse preocupados ante una inconsistencia que hace imposible ofrecer a los españoles un proyecto legislativo.

Oír al presidente del Gobierno encadenar frases hechas sobre un escenario en penumbra puede resultar hasta atractivo, si no fuese porque, al más puro estilo de Quim Torra, obvió que en democracia el lugar para anuncios de calado es el Congreso de los Diputados. Justo el sitio donde Pedro Sánchez sigue resistiéndose a rendir cuentas.