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Sánchez y la peligrosa deriva antidemocrática de su Gobierno

Sánchez y la peligrosa deriva antidemocrática de su Gobierno

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Si el origen de la presidencia de Sánchez es más que dudoso, pues no procede de una victoria electoral sino de una moción de censura destructiva, sin programa electoral y en compañía de partidos independentistas; su desarrollo confirma su peligrosa deriva antidemocrática.

El bloqueo del Senado como segunda cámara para poder aprobar, con un atajo nefando, el techo de gasto y los Presupuestos Generales, es probablemente el más escandaloso caso de manipulación de las instituciones democráticas que se haya visto nunca en España desde 1978 y resulta más propio de regímenes como el de Venezuela, cuyo presidente tiene costumbre de suspender de facto a su Parlamento cuando éste no certifica sus planes.

Es sencillamente inadmisible que un presidente perdedor y sustentado en los partidos que él debía ayudar a aislar bloquee además al Senado

El asalto a RTVE por decreto ley, la epidemia de enchufes en puestos clave del Estado, la promoción de su propia esposa, su negativa a convocar elecciones, el desprecio al Senado, sus reiterados plagios o sus pactos con el independentismo perfilan a un político que, por convicción o supervivencia, altera las reglas democráticas más elementales para que encajen en su débil realidad política, personal y parlamentaria.

Es sencillamente inadmisible que un presidente perdedor y sustentado en los partidos que él debía ayudar a aislar bloquee además al Senado, por la única razón de que allí el PP tiene una mayoría absoluta derivada de sus votos. Y que lo haga además para aprobar un techo de gasto despilfarrador con el que pagarse su campaña electoral, roza el fraude ético si no lo rebasa.

A las urnas

No es una cuestión ideológica, sino conceptual, la que ha de mover la respuesta institucional, jurídica, mediática y social a los excesos de un presidente que desprecia a los propios ciudadanos desde el mismo momento en que se niega a consultarles tras derribar al Gobierno que mayoritariamente tuvo su mayor apoyo.

La coincidencia entre el desafío a la Constitución desde el secesionismo catalán y la deriva antidemocrática de Sánchez confirma un paisaje desolador que requiere una respuesta transversal, tranquila pero contundente, que cuando menos destaque la magnitud del exceso, evite su normalización y permita su anulación cuando llegue el momento, cada vez más urgente, de ejercer el derecho al voto.

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