La Moncloa y la Generalitat, dos gobiernos fracasados que juegan con todos
Las necesidades personales de Sánchez y Torra explican la consolidación de un conflicto en Cataluña en el que ambos son rehenes de intereses ajenos a España y a Cataluña.
El día después del 1-O ha servido, ante todo, para constatar el fracaso de dos Gobiernos que, en el viaje de llegar al poder y sostenerse como sea en él, lo han hipotecado todo. El ultimátum de la Generalitat de Quim Torra a La Moncloa, en el sentido de que le retirará su apoyo si no consiente un referéndum legal de independencia simplemente imposible como bien sabe el autor de la bravata; es la confirmación de su subordinación a la CUP en el Parlamento catalán y a los CDR en la calle.
La propia negativa del Gobierno a aceptar un ultimátum es a la vez un fracaso y una derrota, pues obliga a invertir el relato
Porque Torra depende aritméticamente de ese partido antisistema, y porque personal y políticamente procede de los CDR y son ellos los que sostienen un pulso social, jurídica e institucionalmente perdido del que, sin embargo, el soberanismo es instigador y deudor a la vez.
Pero también refleja el fracaso de Sánchez, que ha alimentado y blanqueado al separatismo porque le necesitaba y le ha usado para llegar a la presidencia. Esa legitimación, visible en demasiados gestos y no menos silencios, tenía obviamente un coste que Torra le pasa: su apoyo en la investidura tras la moción de censura no era gratuito.
El 115, no el referéndum
Y la prueba de ello es que el soberanismo ha pasado de estar intervenido por el artículo 155 a poner exigencias a La Moncloa: da igual que no sea vayan a conceder; lo sustantivo es que Sánchez está pagando un precio inviable para España para costearse él un puesto que los ciudadanos no le concedieron en las urnas.
La propia negativa del Gobierno de Sánchez a aceptar un ultimátum, como no puede ser de otra manera, es a la vez un fracaso y una derrota, pues obliga a invertir el relato real de los hechos para llevarlos al terreno que interesa al nacionalismo.
Y todo por la coincidencia en el poder de dos presidentes que, para garantizarse su supervivencia, recurren a artimañas
Cuando se tenía que estar debatiendo y aplicando medidas para recuperar a las secuestradas instituciones catalanas, impedir las agresiones callejeras, auxiliar a la población no independentista y restituir la convivencia y el orden constitucional; el Gobierno está discutiendo con la Generalitat sobre su agenda, aunque sea para negarla.
Y todo por la coincidencia en el poder de dos presidentes sin respaldo popular que, para garantizarse su supervivencia, recurren a trucos y artimañas irresponsables de toda laya.