Ignacio Cosidó: historia de una lealtad suma frente a una mísera traición
¿Y si el portavoz del PP en el Senado está en realidad protegiendo y encubriendo a alguien que está por encima de él, asumiendo como propio un whatsapp que fue un tremendo error?
Imaginemos -y es un suponer, quede claro- que el whatsapp de marras sobre el Tribunal Supremo que Ignacio Cosidó reenvió a los senadores de su grupo parlamentario lo hubiese mandado Teodoro García Egea a un grupo mucho más reducido y selecto al que pertenece el propio Cosidó: el Comité de Dirección del PP.
El portavoz popular en el Senado podría, ciertamente, ser tildado de político incauto que, si su jefe de filas le pide tirarse por un precipicio, se tira de cabeza sin pensar en las consecuencias ni para él ni para lo que representa como importante cargo público que es.
Eso sí, su lealtad debe pagársela el PP a precio de oro. Ha preferido hacer suyo un correo estúpido, incluso punible, y en cualquier caso impúdico, para que su secretario general no tuviese que asumir las consecuencias y dimitir. No cabe la menor duda: en este tema del mensaje volandero, si algo ha sobrado en Cosidó, es lealtad. Aunque le haya faltado cabeza.
También ha quedado claro que las cicatrices de las primarias en el PP no se han cerrado, hasta el punto de que la metedura de pata de un mandatario haya sido utilizada por uno de sus compañeros en el Senado para, en vez de avisarle del error, correr a la prensa y complicarle la vida a él y al partido al que representa.
Ha sido, pues, una historia de lealtad, traición y, sobre todo, sandez. ¡Ojo con negar tres veces, antes de que cante el gallo, ser el autor del whatsapp! No vaya a ser que salga luego el nombre y apellidos del autor, con un comprometedor numerito de teléfono encima, y sean peores las consecuencias por mentir. Sin duda.
Lo que ha quedado muy tocada es la certidumbre que inspiran algunas personas que manejan el actual Partido Popular.