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EDITORIAL

Una gran Constitución atacada por los socios de un presidente frívolo

El asedio a la Carta Magna no procede de los partidos que representan a millones de españoles, sino de los socios del Gobierno y del propio Pedro Sánchez por servirse de ellos.

Una gran Constitución atacada por los socios de un presidente frívolo

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La Constitución celebra 40 años asediada, pero no precisamente por quienes señalan frívolamente el Gobierno y sus altavoces mediáticos, sino por la amalgama de partidos y líderes que hicieron presidente a Pedro Sánchez.

Porque son Podemos y los independentistas, y no desde luego el PP, Cs o Vox; los que desafía la Carta Magna que sintetiza el enorme éxito de España en las últimas décadas, que la llevaron desde el aislacionismo de un régimen autárquico y predemocrático a una democracia avanzada capaz de situarse entre las primeras potencias europeas en casi todos los órdenes.

Es el partido de Pablo Iglesias el que proclama su deseo literal de "romper el Régimen del 78", y son las siglas de Puigdemont, Otegi y Junqueras las que atacan la Constitución e intentan, de manera perversa e ilegal, acabar con su principal sustento, el reconocimiento de dónde reside la soberanía y cómo se regulan la convivencia y las reformas en España.

Una minoría insportable

Los anticonstitucionalistas son minoría, pero disponen de una insoportable influencia en La Moncloa, que no ha dudo en blanquearles a todos sirviéndose de ellos para llegar a la presidencia a cambio de servirles a ellos en reciprocidad.

La Constitución está siendo atacada por el populismo, el soberanismo y la debilidad de quienes les usó para llegar al poder

Que en la España actual se discuta la organización territorial y el sistema de Monarquía Parlamentaria o se resucite el discurso guerracivilista con incitaciones a recrear frentes "antifascistas" es una lamentable consecuencia de la combinación del populismo con el soberanismo y de ambos con un presidente ambicioso y con nulos escrúpulos políticos.

Porque España tiene mucho que celebrar y mucho de lo que enorgullecerse. Y porque la solidez de su democracia permite cualquier debate ya si discurre en los términos legales, procedimentales e institucionales inherentes a un sistema respetuoso consigo mismo y con los ciudadanos a los que se atiende.

Minorías coactivas

No hay temas tabú, pues, sino un conflicto entre una inmensa mayoría respetuosa con las normas y orgullosa de su país y una minoría coactiva que nunca acepta los resultados y se siente con derecho a imponer sus principios y objetivos de cualquier manera, desde una inexistente altura moral que parapeta una tendencia totalitaria insoportable.

El 6 de diciembre es un día para decir "Viva España" y para perder cualquier complejo a defenderla, democráticamente, de los espurios ataques que soporta de quienes declaran sus intenciones sin ambages y de quienes se los toleran para sobrevivir personalmente, conculcando en ambos casos su primera obligación: cumplir y hacer cumplir la Constitución, emblema de todos y frontera entre la democracia y los totalitarismos con distintos disfraces.

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