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EDITORIAL

La indignidad de Ione Belarra y de Carmen Calvo tras el crimen de Laura Luelmo

La indignidad de Ione Belarra y de Carmen Calvo tras el crimen de Laura Luelmo

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Que el presidente del PP, Pablo Casado, pidiera a todos los grupos del Congreso que olviden la derogación de la prisión permanente revisable no tiene nada de oportunista y responde a dos hechos objetivos: que ésa ha sido la intención del Gobierno y de Podemos y que existe un formidable clamor social en contra de ese deseo.

Plantearlo en el Parlamento responde a que ha sido allí donde esa intención se plasmó, el pasado mes de marzo, con una iniciativa impulsada pese a la activa resistencia de una abrumadora mayoría de la sociedad española, simbolizada en los padres de muchas de las víctimas de los peores criminales. Si en la Cámara se planteó la derogación de esa pena; en la Cámara ha de pedirse que se reflexione al respecto.

Calvo y Belarra

La respuesta combinada de la vicepresidenta Carmen Calvo y de la portavoz morada, Ione Belarra, fue sin embargo lamentable. La segunda despreció a Casado presentándose ella misma como una víctima del heteropatriarcado y señalan irresponsablemente al sexo masculino. Y la primera, número dos del poder Ejecutivo de España, agradeció sus palabras y aseguró que "la derecha" nunca ha hecho nada por los derechos de las mujeres.

Resulta indignante la facilidad con que PSOE y Podemos estigmatizan a sus rivales; y la paradójica dificultad para aislar a los criminales de verdad

Fueron dos intervenciones lamentables, sectarias, injustas y además inútiles para abordar, con un mínimo de sentido común, un problema que golpea como pocos la conciencia colectiva, lo que en sí mismo es probatorio de la unanimidad social -sin distinción absurda de sexo- a favor de las víctimas y contra sus repugnantes asesinos.

¿Monopolio de las mujeres?

Resulta indignante la facilidad con que los representantes de PSOE y Podemos estigmatizan a sus rivales políticos, cuando no a los hombres en general; y la paradójica dificultad para aislar a los criminales de verdad mientras, además se arrogan un monopolio de los sentimientos, opiniones y necesidades de las mujeres.

Quien ha utilizado el terrible asesinato de Laura Luelmo no es Pablo Casado pidiendo que se mantenga la prisión permanente revisable; sino los partidos y dirigentes que primero anulan esa medida y después señalan a cualquiera menos a los criminales a los que, de manera involuntaria, terminan auxiliando con sus absurdos prejuicios ideológicos.