El avance sensato de Casado
Pablo Casado sale de la Convención de su partido mejor que del Congreso que, ya con éxito, lo encumbró a la presidencia del PP. Y lo hace porque en aquella ocasión ganó, tras una magnífica campaña entre la militancia, pero en ésta ha ofrecido una imagen de unidad y reconciliación indispensable para retener a su electorado y reconquistarlo.
Aunque en distintos días, ver en el mismo escenario a Aznar y a Rajoy simboliza el esfuerzo de Casado por recuperar una cohesión interna sin la cual, simplemente, es inviable exhibir seguridad al exterior: ambos expresidentes -uno alejado y el otro casi huido tras la moción de censura- simbolizan las etapas de mayores triunfos del PP, pero también la integración bajo un mismo paraguas de todos los matices que van, en el centro derecha español, desde el liberalismo hasta el conservadurismo con sus correspondientes escalas cromáticas.
La clave
Casado ha entendido, pues, que el primer paso para resultar creíble es conjugar la inaplazable regeneración del partido con la recuperación de sus señas de identidad, en un espacio electoral disputado como nunca entre distintas siglas pero, también, con los mejores pronósticos demoscópicos para ese espectro social en España.
Al PP le queda un trecho por recorrer tras su traumática salida del poder, pero ese camino parece más corto con un líder como Casado
Todos los sondeos, salvo los del manipulado CIS, acercan cuando no desbordan la mayoría absoluta si en España se repitiera, en lo sustantivo, un acuerdo como el que ha provocado el cambio en Andalucía: algo más que lógico viendo que la alternativa es el PSOE de Sánchez combinado con el populismo fraticida de Podemos y el egoísmo montaraz del soberanismo.
Sin complejos
La cuestión es cómo se reparte ese voto, teniendo en cuenta que al empuje de Cs se le ha unido la irrupción estruendosa de Vox. Y ante ese fenómeno, la reacción de Casado se antoja inteligente: no ofender a sus potenciales socios y no dar explicaciones a sus rivales -ni caer en sus trampas- de los pactos que pueda alcanzar con ellos.
Al PP le queda un trecho por recorrer para ser creíble plenamente, tras su traumática salida del poder y sus episodios de corrupción casi sistémica, pero ese camino parece más corto con un líder como Casado, capaz de reunir a las distintas facciones del partido bajo su liderazgo y de dirigirse sin complejos a la sociedad, a sus rivales y a sus aliados.