Sánchez puede hacer el ridículo con Venezuela, pero España no
Sánchez tiene la interesada costumbre de juzgar los hechos en función de sus necesidades personales, obviando habitualmente que la primera responsabilidad de un presidente es entender y aceptar la realidad para, a partir de ahí, adoptar las mejores decisiones posibles.
Lo hizo, de manera escandalosa, para llegar a La Moncloa, intentando presentar sus acuerdos con el independentismo como una manera de calmar un conflicto que no ha dejado de crecer, alimentado por la dependencia y debilidad del nuevo Gobierno. Lo hizo, con estrépito, al incumplir su compromiso de convocar Elecciones Generales alegando que España necesitaba una estabilidad que sólo él ha puesto en riesgo.
Y lo hace, de nuevo, con Venezuela, cargando a sus rivales la responsabilidad de aumentar el problema por su empecinamiento en reconocer a Juan Guaidó y ayudar a desalojar al sátrapa de Caracas, Nicolás Maduro, protegido por Podemos, el principal socio de Sánchez.
Reforzar a Maduro
El despropósito de Sánchez al legitimar a Maduro como presidente -algo que la Unión Europea no hizo tras la farsa de sus últimas elecciones sin oposición- concediéndole la potestad de convocar él mismo comicios ha arrastrado por la misma senda a la propia Unión Europea, en un viaje inútil que el régimen bolivariano ha aprovechado para reforzarse y despreciar a los impulsores del triste ultimátum.
Si algo daña a Venezuela es esa mezcla de nadería y sectarismo que gobierna España y no es capaz de ponerse del lado correcto
Que con ese panorama el jefe del Ejecutivo cargue contra PP y Cs, reprochándoles el aumento del drama para la población civil venezolana que en realidad provoca la indulgencia con el tirano, resume muy bien la actitud global de un presidente superficial, sectario e incompetente que jamás aborda un problema con rigor y se limita a gestionarlo pensando en sí mismo.
La realidad, presidente, es que en Venzuela se vive un drama humanitario fruto de la tiranía de un dictador que recubrió su autogolpe de Estado con unas elecciones falsas, la supresión de su Parlamento y el asalto a la Justicia, en un clima insoportable de represión, hambruna y violencia.
¿Por Podemos?
Y la realidad, señor Sánchez, es que su principal socio, Podemos, procede de ese régimen y aún hoy respalda al sátrapa que lo encabeza, lo que avala la sospecha de que el propio Gobierno mantiene esta actitud para no desairar a uno de los pilares de su mera existencia.
Si algo hace daño a Venezuela es esa combinación de nadería y sectarismo que gobierna el destino de España y ni siquiera es capaz de ponerse del lado correcto con la rapidez que exigen los acontecimientos.