Carta a Pedro el Traidor
(Este artículo fue publicado originariamente el 10 de octubre de 2016 y publicado de nuevo el 14 de abril de 2017. Fueron los momentos en que Sánchez negaba estar intentando un pacto con los independentistas que finalmente le llevó, en verano de 2018, a La Moncloa. Volvemos a publicarlo al estar plenamente vigente su fondo: en este caso, el ya presidente del Gobierno ha aceptado la figura de un "relator" para las conversaciones con la Generalitat).
Querido Pedro:
Te hago en Los Ángeles persiguiendo el sol que tanto disfrutaste ya en un largo y cálido verano de vacaciones y festivales, seguramente en homenaje a toda esa gente que no pudo disfrutar de tan generoso asueto: aunque haya quien crea que cada vez que un socialista o sindicalista de tu estirpe disfruta como tú lo haces es un privilegiado hipócrita; yo sé que tú lo haces para abrir un camino por el que luego transitará en su conjunto la clase trabajadora.
Al estar más tiempo tumbado en la playa que la propia arena, en fin, lo que haces además es defender lo público, asumiendo el sacrificio de ausentarte de la España plurinacional que tanto adoras o de recorrerla entera de chiringuito en chiringuito para lanzar un mensaje inequívoco a los desfavorecidos: contigo el Estado de Bienestar no peligra, y nada mejor que encarnarlo en primera persona.
Hablemos ya en serio, Pedro. Tus vacaciones eternas tienen tanto que ver con el derecho al descanso como tus intentos de conformar Gobierno con la democracia, el sentido común e incluso la decencia. Que en estos tiempos casi todo se pueda colar como animal de compañía te da una ventaja escénica entre quienes compran tu mercancía aunque esté escacharrada o precisamente por estar escacharrada; pues cualquier exceso, abuso y barbaridad la ven justificada si con ello se derroca a Rajoy, al IBEX y a los poderes ocultos.
Pero alguien tiene que decírtelo claro, y ese alguien –humilde-, voy a ser yo, sin las zarandajas retóricas que tus pacientes compañeros del PSOE utilizan para decir lo mismo sin decirlo del todo, por razones que se me escapan pero seguramente tienen que ver con no incrementar el derramamiento de sangre y otros fluidos hasta que no quede más remedio.
"Lo que tu has intentado, Pedro, es una traición"
Lo que tú has intentado es una traición, amén de un despropósito kamikaze, que nacía de una concepción predemocrática de la política española: nada menos que alcanzar la presidencia del Gobierno sin tener los votos para ello, y completando la adversa aritmética con los diputados de quienes sólo te iban a hacer presidente del país para tener más sencillo acabar con él.
Sánchez ha mentido a sus militantes
Si plantearse llegar a la Moncloa con 85 diputados es en sí mismo un bochorno equivalente a exigir el puesto de rector en Oxford tras suspender seis asignaturas en junio; hacerlo de la mano de Podemos, de Convergencia, de ERC y de Bildu o PNV es además un atraco que perfilabas mintiendo a todo el mundo, empezando por esos militantes a quienes tanto dices querer y a quienes sólo utilizas perversamente.
Dado que Podemos y Ciudadanos jamás se hubieran juntado contigo a la vez por mucho que insistieras en ello para despistar al respetable, tu única manera de llegar a la presidencia era juntando en el mismo autobús a personas que buscaban destinos distintos e incluso opuestos: para empezar a Podemos, ese partido que antes de cada votación tú mismo decías que aspiraba a implantar al chavismo en España; y para terminar a buena parte de los que debían encontrar en ti un muro de contención pero se topaban con una alfombra dispuesta, entre eufemismos y por fases, a conceder las reformas que hasta hora resultaban imposibles.
El Gobierno que Sánchez perseguía no atiende a razones, ni a leyes ni a números
¿O acaso crees que la hiena se va a poner a comer brócoli porque tú se lo pidas? ¿De verdad te atreves a sostener que lo que no han dejado ni de intentar frente a Gobiernos fuertes del PP y del PSOE –unidos en esto siempre- lo iban a olvidar con un Ejecutivo que existiría gracias a ellos y tendría menos recursos que Spiderman en el desierto? ¿Cómo tú, Iceta y otros bailarines osáis sostener que se puede gobernar un país con menos diputados que la suma de todos tus socios sin ser el mayordomo y la chacha de todos ellos?
Un mantra ideológico
Te hago la cuenta yo, que veo en demasiadas tertulias y debates que pocos la hacen desbordados por un mantra ideológico que no atiende a razones ni a leyes ni a números: con Iglesias juntabais 156 diputados; con ERC y la vieja CiU llegabais a 173 y los tres restantes sólo podían salir de Bildu y Coalición Canaria o del PNV. No es una opinión, es un hecho, y la vergüenza que a ti mismo debe darte haber estado dispuesto a ello explica tu resistencia a confesarlo en público antes y después de una matanza que o es total o te convertirá en un alocado mártir con deseos de resurrección.
Porque todo el mundo sabe, incluso los que viven de tus barrabasadas y ahora merecen idéntico trato interno, que la primera obligación del líder de un partido de Gobierno, cuando llega a él y cuando se queda como referente de la oposición, es ayudar a su país a contener a quienes lo desafían: no sólo tenías que haber despreciado cualquier fórmula de entendimiento con ERC o CiU; sino que tenías que haber coliderado la implantación de un cordón constitucional frente a esos partidos; dejando de alimentar la vomitiva idea de que defender la ley, la democracia y la Constitución de quienes la asaltan con métodos ilegales y actitudes xenófobas es cosa de postfranquistas antiguos y de rancios españolazos.
Cuando en política uno sólo haría determinadas cosas por razones coyunturales, ha de dejar de hacerlas siempre por razones estructurales: con 140 diputados ni hablarías con Podemos ni, mucho menos, te entregarías a Puigdemont y Junqueras.
Esa certeza incontestable es la misma cuando se tienen 85; y el hecho de que acomodes tus principios esenciales –o al menos los de tu partido- a tus necesidades individuales, termina de dibujarte como lo que eres: un cantamañanas peligroso, un irresponsable interesado y un traidor a tu patria, ese concepto que también consideras obsoleto porque tampoco has debido leer nunca a Azaña, a Indalecio Prieto, a Besteiro y a tantos otros socialistas que hoy te correrían a boinazos.
El acto de patriotismo de los barones debería culminar con la expulsión de Sánchez del PSOE
Eso es lo que felizmente hicieron Felipe González -¡gracias, presidente!-, El País –de nuevo su portada decía ‘Con la Constitución’ como aquel lejano 23F- y tus compañeros del PSOE cuando supieron hasta dónde estabas dispuesto a llegar para alcanzar como fuera un objetivo que no te correspondía.
Fue un acto de patriotismo que debería culminar con tu expulsión del PSOE sin miramiento alguno y con el oprobio público que merece un acto de traición conceptual tan evidente: en lugar de servirte de los 19 diputados independentistas para justificar la abstención sin parecer un socio del PP –hubiese valido con que dijeras que descuentas a cada uno de ellos de la cualquier votación y que los 170 de PP, C´s y CC eran por tanto suficientes-, los usaste a escondidas de todo el mundo para subirte al burro de un poder que jamás hubieras podido ostentar más allá de nominalmente.
Has sido un Fausto de medio pelo, un Dorian Gray de mercadillo, vendiendo tu alma a Mefistófeles para lograr una presidencia y una juventud eterna cuya factura le ibas a pasar al conjunto de los españoles mientras tú tocabas la lira en alguna playa, todo lo demás ardía y tú jugabas con tu esposa a los Obama.
No es una elucubración, y no sólo porque lo digan tus amigos y enemigos internos; ni porque lo suelten en público Alberto Garzón –que al menos tiene la honestidad de apoyarlo sin ambages-, medio Podemos y otro medio PSOE. No lo es porque tu “cambio” sólo era posible así, porque ésa era la única fórmula para lograrlo, por mucho que la combinación de tu evanescencia retórica, del apoyo de ciertos medios y la laxitud intelectual de no pocos ciudadanos te haya permitido ocultarlo hasta el último segundo y esconderlo a medias tras tu dimisión.
Tu propio partido ha tenido que confesarlo –es de esperar que lo haga con más intensidad en breve-, en un ejercicio de decencia que ha sonado a inmolación por tu deleznable actitud conspiradora: cuando Javier Fernández dijo que no se podía gobernar con secesionistas, estaba explicando por qué tuvieron que movilizar a sus ‘cascos azules’ en la Ejecutiva y en el Comité Federal que terminó en carnicería por tus intentos de bloquearlo y presentarte días después con el infame pacto cerrado. A ver si alguien tenía bemoles a derribarlo.
En una semana, el PSOE ha hecho más por sí mismo y por su país que tú en dos años lamentables de huidas hacia delante en los que no te ha importado entregar ciudades y autonomías a Podemos con tal de simular un poder territorial que no era tuyo pero frenaba a tus críticos; ni contradecir la norma elemental del derrotado consistente en dimitir en el instante ni, por último, entregarte al golpismo catalán y fracturar a tu partido presentando a sus mejores cabezas como mera muleta del odiado Rajoy.
El nuevo PSOE ya dialoga con el PP
En estos diez días, el nuevo PSOE ha dialogado con el PP como deben hacerlo dos partidos de Gobierno siempre; se ha enfrentado a Podemos y ha dado un portazo a los soberanistas; tres plausibles actitudes que tú y los tuyos han presentado durante demasiado tiempo como una vergüenza incompatible con ser de “auténticamente izquierdas”, con un discurso sectario e infantil a partes iguales que sólo atendía a tus cochambrosos intereses personales.
No sé si la herida causada cicatrizará y el PSOE volverá a ser alguna vez partido de Gobierno o referente en la oposición –eso dependerá de que ahora cuente bien lo que ha sucedido y de que el PP sea institucionalmente generoso e intelectualmente decente y entienda la necesidad de dejarle recuperarse-; pero con tu penosa hoja de ruta hubiera muerto igualmente pero arrastrando en el viaje al conjunto del país.
Tu única contribución a la política española, si tienes a bien detenerte en los hechos desde la intimidad de tu enésima cala en Los Ángeles, de tu chill out político de niño bien sin riesgos; ha sido alimentar como nadie a tu enemigo –Podemos-, legitimar al enemigo de todos –CiU, ERC y Bildu-; facilitar las cosas a tu rival –el PP- y dejar malherido a tu propio partido.
Sólo te faltaba por hundir a España en la misma semana en que tus socios secesionistas elevaban el desafío hasta concretarlo en un referéndum ilegal de secesión en 2017. Y aunque lo has intentado también con denuedo, te han parado los pies, no sin dejar la cocina perdida de sangre. Si hubiera algo de justicia, en lugar de en Beverly Hills estarías tú ahora con un mandil y un estropajo limpiando los restos de tu estropicio.
Buen viaje, Pedro, no tengas prisa por volver salvo que sea para dimitir de diputado: el “No es No” a todo sólo tiene un mínimo sentido si se defiende ya en la calle. Aunque pierdas ese sueldo tan generoso que por alguna extraña razón aún te siguen pagando los mismos ciudadanos a los que escondías en qué consistía realmente tu abyecto “cambio”: en bajarse los pantalones todos para que tú marcaras paquete en Moncloa unas semanas.