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EDITORIAL

España no se merece un presidente que miente

Pedro Sánchez mintió e hizo mentir a La Moncloa para darse una coartada institucional al plagio de su tesis. El uso abusivo de recursos públicos para fines personales es de dimisión.

España no se merece un presidente que miente

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Algunos de los principales medios de comunicación y comunicadores de España, con la clamorosa excepción de la práctica totalidad de las televisiones que confirman así su doble vara de medir siempre en favor de la izquierda, han convertido la serie de revelaciones de ESdiario sobre la tesis de Pedro Sánchez en el asunto principal del día y, probablemente, de la semana.

Está justificado, pues estamos ante uno de los mayores bochornos que se recuerdan en un presidente del Gobierno: el uso de recursos públicos para dar jerarquía institucional a una coartada falsa con la que intentar sofocar un problema personal.

Exactamente eso es lo que hizo Sánchez tras la serie de informaciones, especialmente del diario ABC, que puso en duda la autenticidad de una tesis con la que obtuvo, gracias a un tribunal de amigos o conocidos y en una Universidad privada, su habilitación como doctor y un empleo en la institución académica.

Abuso personal y público

Aquellos hechos tuvieron lugar en 2012, cuando Sánchez no era ni secretario general del PSOE ni mucho menos presidente del Gobierno; pero la concatenación de trampas y mentiras con el bochornoso uso abusivo de recursos institucionales ha tenido lugar ya desde La Moncloa, a la que llegó a lomos de una supuesta necesidad imperiosa de regeneración que, al parecer, sólo él encarnaba.

En una democracia occidental, la combinación de plagio personal y mentira institucional haría dimitir a cualquier dirigente político

Si el plagio es grave; la mentira es insoportable, en cualquier cargo público, pero especialmente en uno de la máxima relevancia que accedió al mismo a lomos de un mensaje de restitución ética que ha incumplido, para beneficiarse personalmente, a las primeras de cambio.

Utilizar La Moncloa para dar credibilidad oficial a un informe antiplagio que a estas alturas sigue sin conocerse y pretender a la vez tratar este asunto como algo personal perfila a un Sánchez caciquil y caprichoso que no se pone límites cuando sus intereses están en juego.

Una mentira insoportable

En una democracia occidental, la combinación de plagio personal y mentira institucional haría dimitir a cualquier dirigente político. El propio Sánchez lo decía, desde la tribuna del Congreso, para justificar el desalojo del presidente Rajoy.

Si él no se lo aplica ahora, los ciudadanos tienen una ocasión de aplicárselo el próximo 28 de abril. Porque España, efectivamente, no se merece un presidente que mienta.