La vergüenza del CIS que confirma la falta de escrúpulos de Sánchez
Con una indecencia inconmensurable, el Gobierno ha utilizado otra institución pública, en este caso el CIS, para ponerla al servicio propagandístico de Pedro Sánchez, difundiendo un folleto publicitario con la vitola científica de un centro sociológico financiado con dinero de todos.
Nadie con conocimientos técnicos en la materia avala el infumable estudio del CIS que, a menos de un mes de las Elecciones, llega a entregar al líder del PSOE los mismos diputados que, en su horquilla más baja, obtienen juntos PP, Cs y Vox.
Se trata de vender no solo una imagen ganadora, sino de infundir en la ciudadanía la falsa sensación de que el PSOE podrá gobernar con Podemos o Ciudadanos, al margen de los independentistas que ya le auparon a La Moncloa y que, sin ninguna duda, volverían a ser decisivos -a un precio mayor- en una nueva investidura del actual presidente.
El fin y los medios
Nadie, en tan poco tiempo y con tan poca legitimidad en las urnas, ha invadido con tanta claridad las instituciones para someterlas al capricho y la estrategia de un líder convencido de que el poder le pertenece y de que los procedimientos son innecesarios si perjudican sus objetivos.
Nadie, en tan poco tiempo y con tan poca legitimidad, ha invadido con tanta claridad las instituciones para someterlas al capricho y la estrategia de un líder
El CIS se está utilizando como TVE, asaltada nada más conformarse el nuevo Gobierno, para inducir en la opinión pública un estado de ánimo determinado que desmovilice a unos e hipermovilice a otros, según la teoría definida por el "efecto Pigmalión" que consagra las profecías cumplidas por la mera insistencia.
Lo peor a futuro
Seguramente la oposición llega algo tarde en la respuesta, que debió de empezar el mismo día en que triunfó una moción de censura espuria, pero sigue siendo necesario articular una réplica unánime que anteponga lo que une a PP, Cs y Vox a lo que les separa.
Porque Sánchez no solo estuvo dispuesto a todo para llegar donde no le pusieron las urnas, sino que está dispuesto a seguir haciéndolo para perdurar en el cargo. Temer lo que pueda hacer desde él no es, por tanto, ninguna osadía.