Sánchez y su penoso concepto de democracia, participación y transparencia
A Pedro Sánchez solo le gustan la democracia y la participación cuando se siente en inferioridad y considera que le benefician. Su errática actitud con los debates televisivos, un derecho ciudadano que finalmente se cubrirá a medias, sin los necesarios "cara a cara" y con Vox excluido; son las última prueba de una actitud general que ha dejado ejemplos memorables.
La marginación del militante del PSOE en la práctica totalidad de las decisiones que ha adoptado desde que llegó a la presidencia es el indicio más evidente de ello: prometió contar con ellos para todo; pero a la hora de la verdad les ha ignorado cuando no rectificado de manera casi grosera, cambiando su elección de candidatos en distintas provincias.
El cesarismo
Y el recurso al decreto-ley, tras escudarse en una alianza antinatural en el Congreso para derribar al Gobierno, también resume con estrépito esa tendencia cesarista: quien intentó compensar su minoría en las urnas apelando al parlamentarismo ha gobernado, en realidad, con el mayor número de decisiones a dedo de todos los presidentes desde 1978.
A Sánchez solo le interesan la democracia, la participación y la transparencia cuando le benefician a él. Si no, las pisotea
Solo la falta de transparencia, igual de incompatible con su propio mensaje previo a la moción de censura con el que construyó el relato de la necesidad inaplazable de echar a Rajoy, equipara en gravedad y contumacia al oscilante concepto de democracia del que hace gala el líder socialista.
Pero son los debates, con la utilización perversa de RTVE como una herramienta más de la campaña socialista, los que más ayudan a visualizar ese perverso sentido de la democracia, del papel de los medios de comunicación, de los derechos de los ciudadanos y de las obligaciones de quienes aspiran a gobernarlos.
Que nadie se engañe
Si al final va a haber dos debates es pese a Sánchez, que ha hecho lo imposible por evitar y suspender ambos, aliado con una Junta Electoral y una RTVE cuya reputación ha quedado irremediablemente dañadas. Y nadie tiene que engañarse al respecto: un presidente que solo aplica la transparencia, la democracia y la participación cuando le interesa a él, lanza los peores presagios de cómo se comportará si repite en el cargo. Que a nadie le sorprenda luego.