El día que Sánchez se creyó Obama y acabó besando la lona con solo dos sopapos
Aunque sus rivales se guardaron la artillería para Atresmedia, Sánchez cayó a la lona varias veces: su pose de imitador solo funciona en mitines sin réplica.
El cartel electoral de Pedro Sánchez, un primerísimo plano en blanco y negro épico, es según los entendidos un trasunto de un viejo retrato de Obama, el presidente cuya retórica y estética inspira al Rasputín del PSOE, Iván Redondo, ese asesor con galones que olvida que en España triunfó más siempre Aquí no hay quien viva que El Ala Oeste de la Casa Blanca.
Pero la publicidad, como el mitin, funciona solo en formato monólogo, en un frontón que devuelve la palabra propia sin réplica o con ovino aplauso del hincha más cafetero. No es un partido de tenis y, mucho menos, en un combate de boxeo. Ahí se notan las carencias con el gancho, el mentón de cristal, las piernas torpes y la lengua, por larga que sea en el pesaje, no sirve para derribar a nadie a la lona pero sí para besarla con un KO sonoro encima.
El primer debate, round iniciático a la espera del desenlace en Atresmedia, diluyó como un azucarillo la prosopopeya sanchista, ese relato particular de la vida que la explica siempre con desprecio por los hechos para sustituirlos por una lírica emocional insuficiente para pagar la luz o encontrar trabajo; pero suficiente para engañar a los militantes propios en unas Primarias falseadas o para echar perfume retórico a la pestilencia de una moción de censura apoyada por Puigdemont, Otegi y Junqueras.
La plurinacionalidad
Y si el desplome llegó con apenas caricias, sin golpes al mentón y con la sensación de que todos se guardaban los golpes ganadores para el siguiente asalto, ¿qué puede ocurrir en Antena 3 cuando empiecen a volar el crochet de la tesis, el gancho del Falcon, el directo del chalet o el uppercut del evidente pacto con todo el independentismo a cambio de una plurinacionalidad que le dé lo mismo sin necesidad de modificar la Constitución a la luz del día?
Sánchez solo funciona con el monólogo: con réplica, se queda desnudo en Cataluña y con todos los plagios al aire
Sánchez es el rey desnudo de la fábula, el tipo que va en pelotas pero rodeado por corifeos que aplauden sus ropajes hasta que alguien le dice lo obvio y su cólera no da para camuflar ya el desnudo. Y si eso solo lo dijo Rivera, por la decisión de los dos Pablos de demostrar que no se comen a niños ni son el peligro público que sus adversarios caricaturizan, ¿qué no le pasará a Sánchez cuando todos, por distintas razones, señalen sus vergüenzas?
Todo es plagio
La derrota de Sánchez no fue estrepitosa, porque el combate real se libra este martes en otro cuadrilátero, pero los sopapos de PP y Cs y la indiferencia de Podemos (más sensato que nunca pero también más irrelevante) ya destaparon su mandíbula de cristal con Cataluña, su hígado castigado con Otegi y su estómago delicado con su tesis, metáfora de un plagio global que es paradójicamente el único ingrediente auténtico del líder socialista: todo es copia, pero nadie más es copia en todo. Lo único auténtico es el plagio como forma de vida.
Derretido el maquillaje de Obama al primer soplamocos, irrumpió el Sánchez de verdad, una máquina de eslóganes manidos que solo funcionan en auditorios entregados, con públicos de la familia y rivales mudos. Un póster antiguo, traído de Washington, para camuflar a un imitador mediocre de Pozuelo. Si con un par de tortitas le temblaron las orejas, ¿qué puede pasar cuando le caiga toda la artillería?