Pedro Sánchez se desploma en otro debate electoral que exhibe sus vergüenzas
Pedro Sánchez perdió su segundo debate en 24 horas, lo que en sí mismo explica su alergia a un formato que intentó boicotear a costa, incluso, de hurtarle un derecho a los ciudadanos que debería estar regulado y ser de obligatorio cumplimiento para los aspirantes a la presidencia.
Lo hizo ante tres rivales que, por distintas razones, le superaron ampliamente y ante un cuarto, el ausente, que también lo hizo sin necesidad -ni posibilidad- de comparecer: desde Casado -muy mejorado- hasta Rivera -en una línea similar a la víspera- , pasando por un Abascal crecido por el absurdo veto de la Junta Electoral y un Iglesias que le pasó por encima con condescendencia; todos le superaron y mostraron sus limitaciones, ambigüedades y silencios.
Sánchez no fue capaz de aclarar, y esto es lo sustantivo, con quién va a pactar, qué piensa de los indultos a los golpistas de Cataluña y cuál es su propuesta exacta para este conflicto territorial que, gracias a su condescendencia con el independentismo, amenaza con contagiar a Valencia, Baleares, Navarra o el País Vasco.
Los electores no deberían ir a las urnas sin que esté claro qué piensan y proponen todos los candidatos sobre estos asuntos cruciales, y la ausencia clamorosa de concreciones al respecto, invalida por si sola al aspirante socialista y presagia lo peor si se mantiene en La Moncloa: si no ha explicado sus propuestas, es que no son explicables.
El sectario Sánchez
Y que en lugar de ofrecer respuestas Sánchez optara, una vez más, por repetir sus mantras más propagandísticos, le consolida como un dirigente sectario, frentista y abonado al juego sucio que fabula y recrea enemigos inexistentes -las ultraderecha, el franquismo, el machismo de la derecha- para tapar sus fracasos en política económica y sus inquietantes planes en materia territorial.
El debate al menos aclara una certeza: solo hay dos opciones. O PP, Cs y Vox o Sánchez con el independentismo y el populismo a la vez
Pero siendo esto así, que Sánchez no acabara en la metafórica lona del debate de Atresmedia, también matiza el supuesto éxito de sus rivales: sí, Casado y Rivera le superaron con claridad, pero la derrota del líder socialista no fue lo rotunda que la magnitud de sus desperfectos reclamaba. Ni siquiera con el escandaloso plagio de su tesis, las críticas pasaron de un simple numerito visual sin más trascendencia que el impacto efímero.
Que no se engañe el ciudadano
Y es esa discreta dimensión de la victoria lo que da alas a Iglesias, actuando sin sonrojo como bombero sereno tras haber sido el mayor pirómano de la política española; e hizo añorar a Abascal, que mientras llenaba otra plaza de toros en un mitin de Vox programado como respuesta a su exclusión del gran debate de la campaña.
La gran virtud del esfuerzo de Atresmedia es que, por las concreciones y silencios de unos y otros, entrega una valiosísima herramienta al ciudadano para que adopte la mejor decisión el próximo domingo.
Y debe tener claro, al menos, que solo hay dos opciones: o gobiernan PP, Cs y Vox enla fórmula que estimen; o lo seguirá haciendo Sánchez con el amparo interesado y costoso de todo el independentismo y la vicepresidencia de este nuevo Iglesias, igual de populistas que siempre pero menos chillón.