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Sánchez se apunta un gran triunfo cimentado sobre la fractura del centro derecha

Aunque el PSOE presume de un triunfo apabullante, el reparto de votos demuestra que la gran diferencia ha venido marcada por la división en el bloque rival y el hundimiento de Podemos.

Sánchez se apunta un gran triunfo cimentado sobre la fractura del centro derecha

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Pedro Sánchez ya puede seguir alimentando su leyenda de renacido primero y resistente después con una victoria en las elecciones generales. Once años después de su último triunfo electoral, el PSOE con el actual presidente del Gobierno a la cabeza ha vuelto a convertirse en la fuerza más votada. Necesitará pactar para seguir en Moncloa, pero tiene varias alternativas a elegir, incluso sin tener que depender del independentismo catalán y los protearras.

Aunque el reparto del voto demuestra que el éxito que Sánchez y Ferraz venden como un fenómeno arrollador, no lo es tanto. En realidad, se han aprovechado de la confluencia de una serie de factores que, como una tormenta perfecta, se han conjurado para allanar el camino a los socialistas.

De entrada, no cabe duda de que la llamada a la movilización para "frenar a la ultraderecha" ha surtido efecto, materializándose en una participación masiva. Y por tradición, cuando se produce un fenómeno de voto en masa como el de este 28-A, es la izquierda la que suele salir ganando.

Pero tampoco cabe duda a la luz de los resultados de que, junto a esa movilización multitudinaria, la división y el enfrentamiento en el bloque del centro derecha se ha dejado sentir. Y las paradojas y caprichos de la Ley D'Hont con el reparto de escaños, han ahondado aún más esas grietas, hasta provocar un estrepitoso desplome.

Hasta tal punto es así que la suma de PSOE más Unidas Podemos -en el varapalo padecido por los de Pablo Iglesias está también el origen de un notable trasvase de votos a Sánchez- es de 10,3 millones de votos, mientras que el conjunto de sufragios de PP, Ciudadanos y Vox es de casi 11 millones. Y esas cifras, traducidas a escaños, arrojan un escenario con PSOE y Unidas Podemos acumulando solo seis parlamentarios más que en 2016. Hasta Mariano Rajoy dispuso de 16 diputados más que ahora Sánchez.

Al final, el presidente de los acuerdos con el independentismo, del Falcon, de la tesis falsa o de los 'viernes sociales' no ha tenido rival en un centro derecha dividido y enfrentado

Estas veleidades aritméticas, no obstante, se irán esfumando a medida que pasen las horas y Sánchez haga valer su pletórica condición de vencedor de las elecciones para volver a La Moncloa y formar gobierno. No hacían falta los gritos a coro de los militantes en Ferraz recordándole a su líder que no quieren de socios a Ciudadanos. Él tampoco y Rivera ya dejó claro que no le facilitará la holgada mayoría que le proporcionaría sumar los escaños naranjas, cumpliendo así su palabra.

Un Ejecutivo en coalición con Unidas Podemos y acuerdos puntuales con el PNV y las fuerzas minoritarias será la vía más probable. Aunque no será fácil el viaje. Y no solo por las tensiones que todavía han de generar los separatistas, con una Esquerra Republicana que ha logrado unos resultados espectaculares.

Tampoco va a ser sencilla la transición en el centro derecha. Está por ver qué efectos tiene la hecatombe sin precedentes sufrida por el PP, que deja muy tocado al equipo de Pablo Casado. También habrá que estar atentos a los pasos de Ciudadanos, con un Albert Rivera que cuenta con todas las papeletas para convertirse en el verdadero jefe de la oposición. Y por supuesto no habrá que perder de vista tampoco a los de Santiago Abascal, por más que las expectativas que generaron hayan quedado muy defraudadas.

Sea como fuere, costará pasar página de las amargas consecuencias de tanta fragmentación en el centro derecha, el único obstáculo que le ha impedido atacar con eficacia y con toda la potencia al presidente de los acuerdos con el populismo y los independentistas, del Falcon, de la tesis falsa o de los 'viernes sociales'.

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