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EDITORIAL

El vergonzoso escrache a Villacís retrata a Carmena y a su "feminismo"

El vergonzoso escrache a Villacís retrata a Carmena y a su "feminismo"

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Begoña Villacís, candidata de Cs a la alcaldía de Madrid, sufrió un vergonzoso escrache mientras visitaba la célebre pradera de San Isidro, a punto de dar a luz y bajo un sofocante calor. El acoso que padeció fue similar al que otros candidatos del PP o de su partido tuvieron que aguantar, con la agravante de que, en su avanzadísimo estado de gestación, las consecuencias pudieron ser peores.

Es una estampa deplorable que, desde hace demasiados años, han sufrido muchos políticos del centroderecha, especialmente mujeres: desde Aguirre hasta Cifuentes, pasando por Arrimadas o Sáenz de Santamaría, muchas políticas han soportado escenas de acoso que sus compañeras de otras ideologías no han padecido nunca y, en realidad, han alimentado.

Un silencio cómplice

Porque el silencio de Manuela Carmena, Ada Colau o Carmen Calvo, por citar tres casos relevantes entre tantos, les hace cómplices de semejantes comportamientos y pone en entredicho su feminismo o, mejor aún, lo ubica en el espacio correcto.

La moraleja es que en España se puede acosar a una mujer siempre y cuando ésta pertenezca a un partido del centroderecha

Que no es otro que el de una mera herramienta ideológica y electoral que se invoca para seducir a la mitad de la población española pero se ignora cuando la víctima es de otro espectro político. ¿Qué hubieran dicho si, un suponer, Irene Montero se hubiese enfrentado a una escena similar estando embarazada de sus gemelos?

La escala de valores

El mensaje que alimentan, por acción u omisión, es terrible: se puede incluir cualquier cosa, incluso el abuso, en el epígrafe de la libertad de expresión; si la víctima es una rival que no comulga con el mensaje de esta izquierda. Y se puede apelar a cualquier causa, incluyendo alguna tan noble como la igualdad entre sexos, siempre y cuando el beneficiario sea uno mismo.

De poco valdrán ya condenas eufemísticas, tardías y complacientes de carmena y compañía ahora. Lo cierto es que se han callado cuando han visto cómo una mujer, de nueve meses, era coaccionada por sus votantes. Que esto ocurra en la España del siglo XXI dice mucho de la escala de valores de quienes más presumen luego de tenerlos.

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