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EDITORIAL

Meritxell Batet, una marioneta de Sánchez que degrada el Congreso

El PSOE vuelve a pisotear las instituciones para adaptarlas a los intereses coyunturales de Sánchez, que vuelve a evidenciar que, en lugar de principios, solo tienen intereses.

Meritxell Batet, una marioneta de Sánchez que degrada el Congreso

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Nadie, ni siquiera el Gobierno en funciones y el propio PSOE, discute que los cuatro diputados y el senador en prisión preventiva serán suspendidos de sus funciones, en aplicación de un reglamento taxativo de las Cámaras que, además, responde al sentido común democrático más elemental.

No se puede representar a la ciudadanía cuando se está acusado formalmente de delitos contra ella, pues eso es lo que se dirime en el Tribunal Supremo en el caso de los los irresponsables dirigentes catalanes que promovieron, desde las instituciones, un Golpe contra la Constitución.

Que no es un frío y deshumanizado vademécum de generalidades jurídicas alejadas de las calle, sino la concreción legal de un espíritu democrático que regula la convivencia entre distintos en un espacio común para hacerlo respirable.

La cuestión no es qué pasará, pues, con Junqueras, Sánchez y compañía, sino cuándo. Y es evidente que al PSOE le interesa que sea lo más tarde posible: mejor después de las Elecciones Europeas, Autonómicas y Municipales del próximo domingo que antes, para no retratarse ante el electorado catalán y, probablemente, para guardarse una carta negociadora con uno de los socios potenciales más claros para dar 'estabilidad' a La Moncloa y, tal vez a partir de 2020, a la Generalitat.

Lo uno y lo contrario

Sánchez ha dado sobradas pruebas de hacer y sostener lo uno y lo contrario en poco tiempo, en función de sus estrictos intereses: pasó de reclamar un 155 más duro y un fortalecimiento del delito de rebelión en el Código Penal a contar con el independentismo para su moción de censura. Y será bien capaz de demorar o aplicar la suspensión de sus señorías cuando estime que le viene mejor para sus objetivos.

Servirse de Congreso, con Meritxell Batet como obediente delegada de un partido antes que como tercera autoridad del Estado, traduce el "No te preocupes" de Sánchez a Junqueras

Lo más grave es que, en ese viaje, pisotea al Congreso, como ya lo ha hecho con otras instituciones públicas sometidas a su estrategia partidista (caso de RTVE), y además al Tribunal Supremo sometido a una nefanda presión que le acaba caricaturizando como ese órgano de represión que tanto señala el nacionalismo

Consultarle de nuevo qué debe hacer con Junqueras, Rull, Turull, Sánchez y Romeva, cuando la ley al respecto es nítida; equivale a alimentar la imagen que del Alto Tribunal intenta dar el soberanismo como reducto de un régimen represor superado ya por las urnas pero aferrado a un supuesto antiguo régimen que no ha entendido el mandato de los electores.

El doble juego

Si degradar la Constitución atenta contra el Estado de Derecho, minar así la separación de poderes deteriora su aplicación cotidiana. Y todo para que Sánchez aparezca como un conciliador ante los catalanes menos constitucionalistas y como un férreo presidente, cuando finalmente ejecute la suspensión, ante el resto de los españoles.

Servirse de Congreso, con Meritxell Batet como obediente delegada de un partido antes que como tercera autoridad del Estado, evidencia una vez más la falta de límites del sanchismo. Y traduce en decisiones concretas, como presagio de otras por llegar, el famoso "No te preocupes" de Sánchez a Junqueras. Por si alguien tiene aún alguna duda al respecto.

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