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EDITORIAL

El fin de los desastrosos y falsos "Ayuntamientos del cambio"

El fin de los desastrosos y falsos "Ayuntamientos del cambio"

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El impacto nacional de las Elecciones Municipales y Autonómicas ha evitado, tal vez, prestarle la atención que merece el tsunami ciudadano que ha arrasado, literalmente, a los autodenominados "Ayuntamientos del cambio": una expresión acuñada por el populismo con la que pretendió arrogarse, sin demasiado pudor ni humildad, una especie de potestad infinita por llevar la luz allá donde todo era oscuridad.

Lo que impulsó a Podemos, en sus distintas facciones, marcas blancas, confluencia y mareas; a "asaltar los cielos municipales" le ha llevado, con el mismo estrépito, a estrellarse cayéndose desde tan arriba como habían colocado las expectativas.

Los mismos que creyeron que sus vida iban a cambiar y que todo lo lograrían porque todo se lo merecían y alguien se lo debía; han visto con frustración cómo esta nueva política era en realidad una mera operación de marketing.

De Madrid a Barcelona

La caída de Manuela Carmena en Madrid y de sus homólogos en Zaragoza, Santiago de Compostela, La Coruña y quizá hasta Barcelona; no es casual y debería hacer reflexionar a los políticos y ciudadanos en general sobre quién tiene más responsabilidad al respecto del fenómeno: si quieres promete la luna, un imposible objetivo, o si quienes se lo creen.

Sería terrible que, derrotado el populismo en ciudades, provincias y comunidades; haya reaparecido con otra cara en la gestión completa de la Nación

Porque los "ayuntamientos del cambio" ya no existen, felizmente, pero la semilla del populismo está bien instalada en la acción política y sigue manifestándose, con otra cara más suavizada, pero igual de perversa.

¿El nuevo populismo?

La ha representado muy bien, de hecho, el propio Pedro Sánchez, autoerigido defensor e inductor de un Estado del Bienestar que, según él, estaba en peligro con cualquier otro líder político. Como si los derechos de los ciudadanos dependieran en exclusiva de la buena voluntad de los dirigentes y como si ésta solo existiera en el caso del líder socialista.

Que no es así, lo demuestra el hundimiento del populismo en los ámbitos local y regional. Pero sería terrible que, derrotado éste en ciudades, provincias y comunidades; haya reaparecido con otra cara en la gestión completa de la Nación.