La responsabilidad del PSOE en Navarra no puede depender de cambalaches
Aunque ha pasado más desapercibido por el inmenso conflicto político y judicial en Cataluña; el caso de Navarra es de una gravedad extrema: en los últimos cuatro años, la presidenta Uxúe Barcos ha implementado un inquietante proceso de abertzalización de la Comunidad Foral en sintonía con el PNV y Bildu a la vez, resumida en una miríada de imposiciones educativas, lingüísticas e incluso simbólicas con el despliegue de ikurriñas incluido.
Con el objeto inocultable de avanzar en la integración del histórico reino en esa entelequia mítica y falaz que sería la Euskal Herria independiente y conformada por el actual País Vasco, la Comunidad Foral vigente y la Iparralde en territorio francés.
No se le esconde a nadie que, con las actuales tensiones territoriales ya existente, ese proceso en Navarra constituye una amenaza de primera magnitud a la España Constitucional, agravada por el crecimiento de movimientos nacionalistas en las Baleares, Valencia, Galicia o incluso Canarias.
Sin cambalaches
Frenar eso es un asunto de Estado, de carácter estructural y por tanto ajeno a los debates, intereses, necesidades y pactos coyunturales que, con un panorama político tan fragmentado en incontables partidos nacionales y locales, compone el peor paisaje imaginable para atender con solidez los desafíos y somete a los candidatos a cambalaches marcados por sus expectativas personales y no por los intereses colectivos.
Sánchez debe evitar un Gobierno abertzale en Navarra por principios, no a cambio del apoyo de nadie a su investidura
Pero no debe estar nada claro esto cuando, a estas alturas, aún no está despejado el camino para que en Navarra se constituya un Gobierno constitucional, encabezado por la coalición Navarra Suma y viable con una simple abstención del PSOE, cuya única alternativa es echarse a la vez en manos de Geroa Bai (el PNV navarro) y Bildu.
Al margen de la investidura
¿Cómo puede pensarse siquiera en esa hipótesis? Que los socialistas navarros lo hagan y que ni Moncloa ni Ferraz estén ahora mismo en disposición de garantizar el veto a esa opción significa que, de no mediar una imposición, esa coalición prosperaría y Navarra profundizaría en su deriva nacionalista, indigna de su papel en España y de la opinión de los propios navarros.
Y que se vincule la decisión del PSOE al intercambio de apoyos de UPN (impulsor de Navarra Suma junto a PP y Cs) para la investidura de Pedro Sánchez, no tranquiliza y evidencia que una posición que debiera ser gratuita y endémica está sometida en realidad a intercambios pasajeros. Navarra es importante más allá de lo que ocurra o deje de ocurrir en el Congreso, no tenerlo claro resulta escalofriante.