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EDITORIAL

Rivera y Ciudadanos aciertan al resistirse a regalarle nada a Pedro Sánchez

Que alguien exiga a Cs rendirse ante una Sánchez que mientras pacta con Bildu es lamentable. Si el PSOE quiere algo, debe hacer una propuesta firme y no esperar cheques en blanco.

Rivera y Ciudadanos aciertan al resistirse a regalarle nada a Pedro Sánchez

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La totalidad de Ciudadanos, salvo una minoría amplificada por los benefactores de Pedro Sánchez, ha reafirmado su negativa a investir gratuitamente al líder del PSOE, poniendo freno de paso a la revuelta interna de un ramillete de partidarios del regalo.

Sorprende, cuando no irrita, que dirigentes del relieve personal de Garicano, Roldán o Nart se presten de manera tan frívola a legitimar la inaceptable estrategia de Sánchez, que exige el respaldo sin negociar ni acordar nada, contraviniendo las leyes más elementales del diálogo democrático e invirtiendo el orden correcto.

Porque es Sánchez, y nadie más, quien debe buscar con ahínco las alianzas que estime oportuno, que en el caso de Ciudadanos debieran pasar por un Gobierno de coalición con un programa compartido fruto de los esfuerzos y sacrificios de ambos: si ante una propuesta así Rivera se resistiera siquiera a estudiarlo, sí tendría sentido la actitud de Roldán y compañía.

¿Regalar a quien pacta con Bildu?

Pero no solo no ha hecho eso el aspirante socialista, sino todo lo contrario: negocia intensamente con Podemos, ha esbozado un pacto incluso con Bildu para entregar Navarra al nacionalismo abertzale y no ha dejado de hacer guiños al separatismo catalán, con el "No te preocupes" dedicado a Junqueras como anticipo de posibles acuerdos.

Los votantes de PP, Cs y Vox no tienen problema alguno, de forma mayoritaria, en verles llegar a acuerdos: eso es lo que se quiere boicotear

Que en ese contexto unos pocos dirigentes naranjas exijan la rendición de su propio partido es lamentable, y probatorio de la enorme capacidad de presión mediática, política e interna que el sanchismo es capaz de desarrollar, hasta el punto de deformar la realidad y convertir las contradicciones propias en errores ajenos y las decisiones voluntarias en inevitables consecuencias de un supuesto bloqueo.

Una coacción

La asfixiante combinación de una presión externa para investir gratis a Sánchez y bloquear todo asomo de entendimiento entre PP, Cs y Vox, calificado de anticonstitucional y fascista por los mismos que blanquean a Bildu y se entienden con ERC; exige una respuesta tranquila y desacomplejada de los receptores de esos estigmas, a quienes simplemente se quiere invalidar como alternativa receptora del sentir de millones de españoles.

Rivera ha hecho bien en resistirse a esa coacción, pero sería bueno que diera un paso más y dejara de alimentar la sospecha de toda alianza, frontal o indirecta, con partidos necesarios para completar mayorías: los votantes de PP, Cs y Vox no tienen problema alguno, de forma mayoritaria, en verles llegar a acuerdos. Y la evidencia de que eso solo molesta a quienes perderían con ello es otra razón más para impulsarlos.

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