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EDITORIAL

Pablo Iglesias tiene razón aunque el Gobierno con Sánchez resulte inquietante

Pablo Iglesias tiene razón aunque el Gobierno con Sánchez resulte inquietante

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Pedro Sánchez volvió a dar un portazo a Pablo Iglesias tras una nueva reunión en La Moncloa que pareció más destinada a engordar el relato victimista del PSOE sobre el bloqueo que a buscar soluciones para la investidura del presidente en funciones.

Por distinta razones, el sanchismo hace con Podemos lo mismo que con Ciudadanos: adjudicarles a ambos una responsabilidad que es propia, esperar un cheque en blanco sin contraprestación alguna y amenazar con las consecuencias y lo que tendrá que hacer como si no pudiera evitarlo: sea un pacto con el independentismo o un adelanto electoral.

Se trata de una manipulación objetiva del realidad para presentar como una culpa ajena lo que es una omisión voluntaria de las responsabilidades inherentes a un aspirante a gobernar que solo tiene 123 diputados, un océano al lado del resto, pero una charca en comparación con los números necesarios para llegar a La Moncloa y, aún más, conformar un Ejecutivo estable: a Sánchez le faltan 53 diputados para la mayoría absoluta.

La propaganda

Y aunque la fenomenal maquinaria de propaganda a favor de Sánchez le presente como un vencedor absoluto y amplifique sus absurdas exigencias hacia terceros para legitimarlas; lo cierto es que va a tener que negociarlo todo para arrancar y mantener una acción de Gobierno durante cuatro años.

Sánchez no puede esperar un apoyo gratis de Podemos ni una rendición de Cs, por mucha propaganda que tenga ese despropósito

Si la presión a Ciudadanos es indigna, pues parte del error de adjudicarle a Rivera la obligación de regalarle un cheque en blanco para desarrollar luego políticas opuestas a las emblemáticas del partido naranja; la dirigida a Podemos tampoco es aceptable.

Sin mayoría absoluta

Si los 42 diputados morados son indispensables para darle solidez al Gobierno, ¿qué argumento justifica su exclusión del Ejecutivo? Que Iglesias haya confiado su futuro personal a esa inclusión, que monopoliza todo el discurso de Podemos, no significa que no tenga razón para mantenerla: es lógico que reclame la cuota que le corresponde y saludable para los españoles que puedan ver las consecuencias de un pacto ya firme desde 2015 en ciudades y regionales y responsable del Presupuesto de 2018 finalmente frustrado.

Sánchez no puede comportarse como un líder con mayoría absoluta sin tenerla; ni como un moderado cuando depende de Podemos y el soberanismo a la vez ni, finalmente, esperar que quien soporta esa foto quede fuera de ella o quien nada tiene que ver con esa alianza la permita arrancar. Si su único argumento es que, de no rendirse todos, se entregará a los peores o irá de nuevo a las urnas, es que no tiene argumentos.