Nadie tiene la obligación de apoyar gratis la investidura de Pedro Sánchez
De no ser por la poderosa maquinaria televisiva que respalda en todo a Sánchez y minimiza sus lagunas, nadie con un mínimo de sentido común le respaldaría en su insólita exigencia de ser investido gratis, sin diálogo, sin propuesta alguna y por cualquiera, sea Podemos, Ciudadanos o incluso el PP.
Es un despropósito que conculca la liturgia parlamentaria más elemental, al situar la responsabilidad de la investidura en terceros en lugar de quien la busca, condicionado por su escasez parlamentaria y su necesidad de complementos.
Un largo historial
Sánchez vuelve a escribir un relato que, en cualquier circunstancia y situación, le convierte siempre en el único merecedor de la presidencia y, al resto, en meros obstáculos indignos o en obligatorios respaldos gratuitos: lo hizo en 2015, cuando perdió las Elecciones y llevó a España a repetirlas; lo volvió a hacer tras perder de nuevo en las urnas y lo remató con una moción de censura sustentada por Podemos y el independentismo.
Es indigno que se coaccione a Cs o PP para que rescaten a Sánchez mientras él impulsa pactos con Bildu en Navarra
Con esos antecedentes, si alguien carece de derecho a reclamarle a sus rivales un respaldo ciego, como probable antesala de la reedición de los pactos que el PSOE vienen manteniendo desde 2015, es el actual presidente en funciones: nadie como él se ha resistido a colaborar en la estabilidad del país; y nadie como él es más sospechoso de transformar un desbloqueo coyuntural de sus adversarios en una plataforma para reeditar sus alianzas con los peores partidos de España.
Inaceptable
Solo hay que ver lo que, en estos mismos días, hace en Navarra con Bildu: es sonrojante que el mismo partido que se alía con la formación de Otegi, rechazando expresamente otra alternativa más positiva para España, se permita además exigir a los constitucionalistas que le firmen un cheque en blanco para que luego lo invierta como guste.
La pregunta que hay que hacerse es por qué Sánchez no ofrece un pacto real, de coalición y con programa compartido, a Ciudadanos o a Podemos, que sería la única y más razonable manera de reflejar la pluralidad de España y conferir a la acción de Gobierno una estabilidad. Que el líder socialista se niegue a ello y que, en lugar de cargarle la presión a él por esa laguna, se arrincone al resto de partidos, es sencillamente inaceptable.