La verdadera investidura de Sánchez se negocia sin luz ni taquígrafos
Pedro Sánchez pasó por la primera sesión de su probable investidura sin explicitar ni cómo quiere gobernar ni con quién, dedicando todas sus intervenciones a una ceremonia de autohomenaje, convencido por alguna extraña razón de que sus valores son mayores y mejores que los de resto; y descalificando con insólito desprecio a todos los partidos de la oposición.
Se limitó el líder socialista a expresar ideas genéricas, marcadas por las buenas intenciones, las nulas concreciones económicas y las probables consecuencias fiscales; y a exigir a todo el mundo, a izquierda y derecha, su respaldo por acción u omisión para que él fuera presidente.
El "No es no"
Resulta hilarante, por utilizar una expresión benévola, que el autor del famoso "No es no" que obligó a Rajoy a repetir Elecciones con los mismos diputados que ahora tiene el PSOE, se permita apelar a la estabilidad institucional y el desbloqueo del país, justo los dos valores que destrozó desde 2015 hasta la moción de censura de hace poco más de un año.
Sánchez volverá a ser presidente gracias al populismo de Podemos y el independentismo étnico. Y no saber a cambio de qué resulta inaceptable
Y es lamentable que, mientras se apela retóricamente al consenso con voz engolada; se resucite el peor sectarismo de una España reconciliada hace muchos años con una batería de soflamas ideológicas destinadas a dividir a la sociedad, sea por Franco, la mujer o el colectivo LGTBI, como si estuvieran todos amenazados y necesitaran de un paladín que, en realidad, reabre heridas cerradas o expulsa a segmentos poblacionales amplísimos de unas causas que felizmente gozan de consensos casi unánimes.
La agenda oculta
Con todo, lo peor es la sensación de que, mientras Sánchez transforma la investidura en un simple acto de propaganda y se niega a detallar sus planes concretos en asuntos tan cruciales como Cataluña; fuera del Congreso está en marcha una agenda oculta de pactos, negociaciones y acuerdos que, precisamente por no conocerse, sugiere contenidos de lo más inquietantes.
Lo único que parece claro, salvo sorpresa mayúscula y pese a todo el melodramatismo impostado, es que Sánchez volverá a ser presidente gracias al populismo de Podemos y el independentismo étnico de ERC, PNV e incluso Bildu. Y no saber a cambio de qué pero tener la seguridad de que no será gratis resulta inaceptable.