Lo que une a Pedro Sánchez con José María Aznar: cada uno tiene su Buruaga
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Hubo un tiempo, ahora que tanto se estila lo de la memoria histórica, en que cada entrevista de Ernesto Sáenz de Buruaga a José María Aznar daba lugar a comentarios de lo más curiosos. El de Burgos siempre fue el niño mimado de los Aznar Botella y, dicen las malas lenguas, que a ello se debió su ascensión.
De aquella colección de entrevistas, la más escandalosa fue esa, en Antena 3, en la que Aznar tuvo el cuajo de soltar una frase lapidaria: “El régimen iraquí tiene armas de destrucción masiva”.
En fin… vaya la introducción para servir de contexto. A raíz de la investidura a Pedro Sánchez le ha salido el pelo de la dehesa: cuando las cosas van mal, recurrimos a Pedro Piqueras. ¡Menudo trágala! Primero que voy a Fuencarral, después que no, finalmente que al día siguiente… Y en Telecinco Piqueras poniendo cara de compungido.
Piqueras, una vuvuzela
La entrevista del jueves pasará a la historia, sobre todo, por el momento más que por el contenido de las declaraciones del entrevistado o por la pericia del entrevistador. Sánchez lo tenía claro: quería un altavoz para defenderse y justificarse. Una vuvuzela acrítica desde la que soplar el contubernio podemita y de la extrema derecha y tal. Lo de siempre. Y lo tuvo.
¡Cosas de Iván Redondo! Otra de esas ‘monagadas’, como las llaman sus críticos en el PSOE (que, tenerlos, los tiene). No es la única definición, por cierto, que las hay más crueles.
La cuestión es que son muchos los que le tienen tomada ya la matrícula al ‘gurú’, que va camino de hacer un ‘remake’ del timo de la estampita de ‘Los tramposos’. Otro día hablaremos del personaje.
Resumiendo: lo que Aznar tuvo con Buruaga, lo tiene ahora Sánchez con Piqueras. A ver si aprende Pablo Iglesias, que de morado se ha vuelto ‘lila’.