La vergüenza infinita de Sánchez y Chivite por vender Navarra a Bildu y Geroa
María Chivite será presidenta de Navarra desde este viernes gracias a dos únicas razones, a cual más impresentable: el voto de Bildu y el permiso de Pedro Sánchez para aceptarlo. Que ambas cosas se hayan perpetrado con subterfugios no cambia su naturaleza e, incluso, la hace aún más indignante.
De un lado, se intenta presentar la abstención de la nueva Batasuna como una circunstancia ajena al PSOE y sobrevenida, pero en la práctica Chivite se presentó a la investidura sabiendo que solo prosperaría con esa posición del partido de Otegi: si de verdad no hubiese querido alcanzar la presencia con semejante peaje, simplemente no lo hubiera intentado, asumiendo su pobre resultado electoral, casi la mitad que el del ganador.
Y de otro se aleja a Sánchez del centro de esa decisión, como si él no hubiese podido hacer nada al respecto: hay que tener mucha temeridad y muy pocos escrúpulos para tolerar que su subordinada gobierne con esas compañías, tras perder de las Elecciones en el Reino por goleada, a la vez que se reclama el apoyo de PP y Cs -socios junto a UPN de la derrocada Navara Suma- para la investidura propia en Madrid.
Navarra es el ejemplo perfecto del sanchismo: un "todo vale" para uno mismo y un "a por ellos" con sus rivales
El ejemplo navarro es, en realidad, la vara de medir del sanchismo, un sistema caracterizado por el "todo vale", si beneficia al secretario general del PSOE, y el "a por ellos" si le perjudica: de esta guisa se tomó La Moncloa al abordaje con la moción de censura y, ahora, se permite la propagación del nacionalismo abertzale en Navarra, una irresponsabilidad histórica que añade más gasolina al fuego independentistas ya prendido en Cataluña.
Con Sánchez, nada
Porque sin Bildu simplemente el PSOE no gobernaría en Navarra, como tampoco sin Geroa Bai, la sucursal del PNV que también debió haber espantado a los socialistas pero formará parte de su Gobierno: acceder al peaje con la doble intervención de Otegi y Uxúe Barcos para compensar la falta de votos propios retrata a Chivite y a Sánchez con estrépito.
Pero también aclara el camino para los partidos constitucionalistas: con este PSOE liderado por Sánchez, no se puede pactar nada. Siempre hará lo que mejor le venga sin temor a las contradicciones ni a las consecuencias. Con alguien así, es imposible ir ni a la vuelta de la esquina.