Otro plagio más: una vergüenza de Pedro Sánchez; otra de Manuel Cruz
El presidente del Senado plagió, de manera descarada, un manual de Filosofía que probablemente tuvo además un uso comercial en sus aulas, según esa controvertida costumbre de "recomendar" a los alumnos la adquisición de los libros de texto que el catedrático de turno ha escrito.
No es discutible la copia literal de párrafos enteros de distintos autores, sin ser citados en ningún caso, tal y como ha demostrado el diario ABC con una prolija e incontestable documentación que cualquier, con un mínimo de decencia intelectual, debe confirmar.
Se podrá debatir sobre la gravedad y las consecuencias de estos comportamientos, pero no sobre los hechos en sí, incontrovertibles e inapelables: el presidente del Senado hizo algo académicamente repudiado, y tal vez obtuvo con ello algún tipo de beneficio.
Sánchez plagió su tesis y además mintió para fabricarse una coartada. Y el presidente del Senado, también
Algo que ya ocurrió con el propio presidente en funciones, protagonista de una escandalosa tesis copiada de forma descarada, convertida luego en libro y finalmente tapada con una vergonzosa coartada fabricada desde la propia Moncloa, con recursos públicos y mentiras que ESdiario desmontó documentalmente.
En el caso de Sánchez, el rédito de esa falacia fue además enorme: habilitarse como doctor, lo que le permitirá algún día si lo quiere disponer de una carrera universitaria bien retribuida.
La desfachatez extrema
Los plagios de Sánchez y de Cruz son un hecho, y se han cometido desde unas siglas que accedieron al poder por una supuesta necesidad de regeneración ética y democrática a la que apelaron para contradecir a las urnas e impulsar una controvertida moción de censura.
Al presentarla, el líder socialista tuvo la desfachatez incluso de referirse a la dimisión de un político alemán por plagiar, como ejemplo del listón de exigencia que él mismo se impondría.
La complicidad mediática, inexistente con casos tan graves pero no más que éstos como el de Cifuentes, y la insólita torpeza de PP y Ciudadanos para colocar este asunto en el epicentro de la vida política española, han hecho el resto: se puede plagiar y lograr así un beneficio, siempre y cuando se haga en nombre de las siglas correctas. Tristísimo.