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EDITORIAL

Sánchez solo dice "Ahora España" donde no hace falta: en Cataluña ayuda a Torra

La negativa del PSOE a apoyar una moción de censura contra el presidente de la Generalitat confirma dónde está Sánchez siempre al final: más cerca del soberanismo que de España.

Sánchez solo dice "Ahora España" donde no hace falta: en Cataluña ayuda a Torra

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Mucho "Ahora España" pero allí donde realmente ese lema debe tener consecuencias prácticas, Pedro Sánchez lo olvida: desde Navarra hasta el País Vasco hasta llegar a Cataluña, el eslogan electoral del PSOE es un mero brindis al sol que sólo se hace en los lugares donde no hace ninguna falta.

Sí lo hacía en Cataluña, con una moción de censura más que merecida, por tintas electorales que obviamente tenga, contra Quim Torra: nunca hubiera prosperado, pero el mensaje de ver unidos a todos los partidos constitucionalistas en el reto de marcar al impresentable presidente de la Generalitat tenía un gran valor.

Y el PSOE se ha negado a salir en esa fotografía, a sabiendas de que su voto tenía un valor simbólico, pero no práctico: alegar, como ha hecho Miquel Iceta, que no se quería promocionar a la presidencia a Lorena Roldán, la aspirante nominal de Ciudadanos, es una burla a la gente.

Ni la firmante de la moción aspiraba a un cargo para el que necesitaba unos apoyos que no tenía, así que los socialistas tenían que limitarse a rubricar una actitud política ante el independentismo u otra. Y ha elegido la incorrecta, a todas luces incompatible con el mensaje electoral que adorna las pancartas de Sánchez.

Sánchez se ha vuelto a retratar como en Navarra o en la moción de censura: del lado del separatismo a la hora de la verdad

Su bochornosa abstención le retrata como lo que, en realidad, ha sido Sánchez todos estos años con respecto al independentismo, por mucho que al llegar la hora de votar endurezca el mensaje, amenace con el 155 y ondee la bandera española más grande posible.

¿Qué Sánchez toca?

Que no es otra cosa que un aliado, un cómplice, un benefactor y un beneficiario de un movimiento al que, lejos de aislar, ha dado alas a cambio de obtener su voto para llegar por vez primera a la presidencia. ¿Qué Sánchez se van a encontrar los españoles tras el 10N? ¿El que llega con ellos a La Moncloa o el que, poco antes, pidió un endurecimiento del delito de rebelión?

¿El que coquetea con los indultos o el que tilda de racista a Torra? ¿El que habla de la unidad de España o el que alimenta las tensiones territoriales apostando por la plurinacionalidad? Probablemente vean uno u otro en función de sus estrictas necesidades personales. Y esa certeza es lo suficientemente inquietante como para que lo tengan en cuenta antes de depositar su voto en las urnas.

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