Cuando Hidalgo pudo vender Air Europa por 300 millones y afirmó que era poco
El gran patrón de la aviación privada y los viajes tiene una gran historia detrás, de esfuerzo y llaneza, que explica la gran operación del momento: la venta de la compañía a Iberia.
Tengo que confesarles que le profeso una gran estima a Juan José Hidalgo (78 años) dueño de Globalia y de Air Europa. De cuya venta, a la espera de las oportunas autorizaciones, hemos conocido esta semana por 1.000 millones de euros en efectivo.
No les voy a aburrir pues los pormenores de la operación seguro ya los conocen pero sí quiero relatarles cosas que este modesto reportero relleno de crema, pudo conocer de la boca del propio Hidalgo no hace mucho tiempo. He tenido la oportunidad en mi periplo profesional de conocer a algunos empresarios que tuvieron la amabilidad de narrarme sus fascinantes vidas.
Hidalgo, empezó hace un porrón de años transportando a emigrantes a Suiza y otros países europeos en autobuses, que él mismo conducía hasta que fue conformando su propia flota. Después ha sido capaz de encontrar siempre los huecos que le ofrecía al mercado con los viajes del Imserso, después mandando a todos los españolitos a buscar a curro al Caribe y cuando se liberalizó el espacio aéreo apostando fuerte por crear una compañía aérea que llegó a mojarle la oreja en varios destinos a la todopoderosa Iberia.
El "dominicano"
Tan es así, que el propio Juan José está nacionalizado también dominicano como muestra de compromiso y agradecimiento por una República que tanto ha hecho por sus clientes y por sus negocios. Siempre que le entrevistaba sabía que me iba a dar titulares pues su llaneza, que no simpleza, te hacía afirmar cuando renovó su flota de aviones comprando a buen precio a Boeing que no me podía dar más datos porque el acuerdo estaba todavía "echando sangre".
Hidalgo empezó hace un porrón de años transportando a emigrantes a Suiza en autobuses que él mismo conducía
Cuando en el momento más álgido de la crisis llegaron los chinos y le ofrecieron 300 millones de euros a la uña, en un momento de grifo monetario cortado ese dinero equivalía al doble, me confesó que estaba muy bien la operación pero que la compañía valía mucho más y no estaba dispuesto a renunciar a su joya de la corona.
Eso sin saber cuanto duraría la crisis ni las vicisitudes que tendría que afrontar y que se han llevado por delante a propios y extraños. Por todo ello, me alegró de que haya conseguido dar un auténtico pelotazo aunque me cuentan que no está del todo contento pues sabe que pierde aquello que tanto le costó levantar.
La Alta Velocidad
Para su consuelo, práctico como es él, sabe que muchas generaciones de Hidalgos tienen el riñón cubierto aunque se dediquen a quemar el dinero y su hijo Javier, con un aspecto más de DJ que de ejecutivo pero que parece que ha heredado parte de los talentos de su padre, ya está enredando y apunta al sector de la alta velocidad como lugar en el que enterrar parte de este fortunón que les va a caer y que se tienen bien merecido.
Además, y como siempre han hecho, protegen a su plantilla (uno de los valores más importantes que tiene esa casa) y se integran en un proyecto de más enjundia que gracias a los pardillos ingleses puede tomar un cuerpo que en otras circunstancias nadie hubiera previsto. Don Juan José, bien hecho, si quiere ya puede ocuparse de sus nietos.