Las sombras que amenazan la proclamación de Inés Arrimadas como relevo de Rivera
Todo parece hecho para que ella sea la sustituta de Albert Rivera al frente del partido naranja. Solo hay un nombre que pude discutírselo. Y es éste.
Si no pasa nada extraño, Inés Arrimadas será la sucesora natural de Albert Rivera en Ciudadanos, en el peor momento del partido que más creció en poder institucional y que más rápido lo perdió, todo en el último lustro: Podemos obtuvo más diputados, sí; pero su implantación institucional en Ayuntamientos y Comunidades nunca llegó a los niveles naranjas.
Apoyada por pesos pesados del partido como Begoña Villacís, Marta Rivera de la Cruz, las diputadas "canarias", Toni Cantó y buena parte de la cúpula directiva del propio Rivera, el desembarco de Arrimadas en pocos meses parece seguro. Y probablemente lo sea, pero algunas sombras pueden ponerlo en entredicho.
La más importante de todas tiene nombre propio: Jordi Cañas. El eterno número dos de Rivera en Cataluña, cuando el partido daba sus primeros pasos y ya empezaba a ser odiado por el independentismo, es tal vez el único capaz de catalizar una alternativa a la "opción Arrimadas". Ni él ni nadie da pábulo en público a esa opción, pero existir existe y no le faltarían apoyos de peso, tal y como confirma a este Topo fuentes oficiales de Cs.
Una parte del Ciudadanos original catalán se pondría a su lado, sin dudarlo, y tal vez otros nombres de peso como Juan Carlos Girauta o hasta el madrileño Ignacio Aguado, que también suena él mismo aunque lo haya desechado de manera rotunda y tenga otro plan ultimado: unir fuerzas y hacer tándem con Arrimadas, tal vez como flamante número dos del partido.
Falta por saber si Cañas dará ese paso o, por contra, integrará sus influencias en una nueva dirección cohesionada que no se puede permitir luchas sucesorias internas.
¿Y Garicano?
¿Alguien más puede contraponerse a Arrimadas? Todo el mundo señaló a los críticos, con Luis Garicano al frente y los alejados Toni Roldán o Javier Nart detrás de él de algún modo, pero esa opción parece definitivamente enterrada. Preocupó, y de qué manera, a Albert Rivera en persona, hasta el punto de que fue la única razón que se dio a sí mismo para demorar una dimisión que, por su parte, hubiera presentado la misma noche electoral.
El embarazo de Arrimadas, que estará muy avanzado cuando se tenga que elegir al nuevo presidente de naranja, es un factor a tener en cuenta por razones evidentes de salud, pero nadie se atreve a darle relevancia, por razones también obvias: ella misma ha llevado un ritmo frenético en campaña electoral y nada indica que no lo seguirá en adelante. Es fuerte, dicen quienes mejor la conocen, y está decidida a levantar Ciudadanos como sea. Palabra de Topo.