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EDITORIAL

Los ERES de Andalucía, el mayor escándalo de corrupción de la historia

Diga lo que diga penalmente la sentencia, el escándalo de los ERES no es discutible. Se organizó una trama para perpetuar al PSOE en el poder. Por menos echaron a Rajoy.

Los ERES de Andalucía, el mayor escándalo de corrupción de la historia

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A punto de conocerse la sentencia de la pieza principal de los ERES de Andalucía, que se prevé será muy dura en términos políticos para Griñán, Chaves y el conjunto del PSOE y algo menos en consecuencias penales, conviene recalcar que es el mayor escándalo de corrupción de la historia de España por varias y poderosas razones.

La principal, porque es el único, tal vez junto al pujolismo catalán, que organizó la trama desde las propias instituciones, tutelando, impulsando y sosteniendo un atraco sistemático a las arcas públicas.

Corrupción sistémica

En otros casos, desde luego muy graves, no se llegó nunca a convertir al propio Gobierno en inductor de bochornos tan sonoros como la Gürtel o la Púnica, y en ningún caso se desarrolló con una estructura institucional transversal que convirtiera en sistémico el modus operandi.

Hemos visto corromperse a ministros, presidentes autonómicos, gerentes de partidos y una pléyade de cargos públicos de todos los colores; pero nunca transformar la corrupción en la principal herramienta clientelar de un régimen para perpetuarse en el poder.

Eso son los ERES, y eso los hace distintos. Y más graves, desde luego, que el enriquecimiento personal de nadie, alegado por Chaves, Griñán y su partido como atenuante cuando, en realidad, es agravante: llenarse los bolsillos indigna con razón a la ciudadanía; pero es mucho más repugnante aún adulterar sistemáticamente el paisaje electoral perpetuando desde las dádivas públicas la lealtad forzada de una parte nada desdeñable de la sociedad.

Que la región con algunos de los peores índices de renta per cápita, empleo, fracaso escolar o renta de España -y en algunos epígrafes de Europa- haya tenido, paradójicamente, los mismos gobernantes durante casi cuatro décadas; se explica por ese clientelismo paternalista destinado a secuestrar voluntades.

Sea cual sea el resultado judicial de este asunto, la foto no variará: no es discutible que casi 700 millones de euros se repartieron sin control, a sabiendas de la ilegalidad y con un fin político. Y eso es lo que afecta a Sánchez, que se sirvió de una sentencia que no afectaba judicialmente a Rajoy para derribarle: a ver qué dice, y qué le exigen, cuando se constante que su partido acudió dopado a las urnas durante una década en el mayor granero de votos de España.

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