La sentencia de los ERES condena a todo el PSOE y marca a Sánchez como a nadie
El mayor caso de corrupción de la historia afecta de lleno a los socialistas, que llevan años beneficiándose en toda España de una maquinaria dopada con latrocinio institucionalizado.
La sentencia de los ERES refleja el mayor escándalo de corrupción de la historia de España, sin la menor duda y por razones simplemente incontestables: por su dimensión económica, por el origen público del dinero, por su evidente impacto en la adulteración de las elecciones en favor de un partido y por la naturaleza institucional y sistémica de una trama destinada a perpetuar un auténtico Régimen socialista en Andalucía.
Por mucho que escandalicen otros casos, no existe ninguno que nazca del propio Gobierno, utilice las instituciones, se sirva del dinero de todos y lo haga durante décadas para garantizar la apropiación del poder autonómico y, esto es importante, el nacional.
Esto, entre otras cosas, es precisamente lo que hace responsable político a Pedro Sánchez: el PSOE andaluz ha venido aportando una media del 20% del voto socialista total en todas las Elecciones Generales; y si su vigor en la Comunidad más poblada de España se explicaba por el dopaje clientelar de los ERES, los resultados globales del partido también se beneficiaron de esa corrupción.
Todo el PSOE se benefició
Por eso, sin duda, los dos principales condenados de ahora, Manuel Chaves y José Antonio Griñán, fueron a la vez presidentes de la Junta de Andalucía y del PSOE: su peso en el conjunto de la organización era un reconocimiento a su influencia decisiva en los éxitos socialistas, que simplemente no se hubieran dado sin la decisiva aportación andaluza.
¿Cómo no va a ser responsable Sánchez si encabeza un partido dependiente como ningún otro de su filial andaluza y ésta, ahora es una verdad judicial, hacía funcionar su maquinaria todopoderosa gracias a la corrupción y el clientelismo sistémicos?
Peor hay más. Porque si Sánchez llegó a la secretaría general del PSOE fue, aunque ahora parezca mentira, gracias a Susana Díaz, que puso a su servicio toda la maquinaria socialista andaluza para darle un puesto que, con sus propias fuerzas y avales, jamás hubiese logrado en las Primarias iniciales contra Eduardo Madina.
Sánchez es deudor de Susana
Díaz lo hizo para que alguien de poco peso ocupara la secretaría general mientras ella intentaba conquistar en las urnas la presidencia de Andalucía que le dejó Griñán, su padrino junto a Chaves: son cuatro nombres, pues, íntimamente relacionados que convierten a todos en responsables políticos -y algunos además jurídicos- de una vergüenza sin precedentes: dedicaban el dinero de los más desfavorecidos a fortalecer a su propio partido para retener el poder.
Una última razón señala a Sánchez. Él llegó al asalto La Moncloa, con Podemos y todo el independentismo, apelando a la corrupción de Rajoy por una sentencia que no afectaba al presidente del PP, apuntaba a unos hechos de 2003 y se limitaban a dos municipios madrileños. ¿Cómo puede, con esos precedentes, tener ahora la desfachatez de aspirar a que ahora este mayúsculo bochorno le pase de largo?