La desfachatez de Susana Díaz con los EREs en Andalucía que tanto toleró
La dirigente andaluza debe dimitir con urgencia: se benefició y tapó todo lo que pudo la mayor trama de corrupción de España, con saqueo de dinero público a costa de los parados.
Susana Díaz debía de haber dimitido nada más conocerse la durísima sentencia de los EREs contra sus mentores en una organización en la que ya estaba cuando todo ocurrió y de la que se benefició para alcanzar la presidencia de la Junta de Andalucía.
Pero lejos de presentar su renuncia, optó por callarse durante un día entero para reaparecer, a las 48 horas, bien lejos de Sevilla y de los andaluces, para intentar limpiar su imagen en una entrevista en televisión que hizo todo lo posible para ayudarle en el empeño.
Es simplemente inadmisible el comportamiento de Díaz, a la que solo mueve un afán de supervivencia en cargo público, posiblemente motivado por la ausencia de alternativas laborales fuera de la política, a la que se ha dedicado toda su vida, profesionalizando ad eternum una dedicación por definición temporal.
Conviene destapar, pues, el cinismo de la expresidenta y lideresa vigente del PSOE andaluz, que pretender a la vez apoyar a "Pepe y Manolo" y desvincularse de la trama corrupta más contumaz habida en la política española.
Para empezar, las escasas posibilidades que tienen los ciudadanos de recuperar el dinero saqueado son achacables a su Gobierno, que renunció a emprender la acción civil indispensable para, al menos, tener una opción de reintegrar una parte del insólito botín defraudado por su partido a costa del presupuesto público y de los parados.
Y para proseguir, conviene recalcar que Díaz ya estaba en el PSOE cuando todo empezó, que sus padrinos eran los cabecillas de la trama, que una vez desvelados los hechos hizo todo lo posible por boicotear la investigación parlamentaria y proteger a los acusados o que, como desveló ESdiario, llegó a ocultarle a la Guardia Civil documentación fundamental para reconstruir, nada menos, el dispendio en burdeles de sus compañeros de partido.
La complicidad de Sánchez con ella atiende, por supuesto, a que sin Díaz el actual líder socialista no lo hubiera sido nunca: ella le aupó desde Andalucía para ganarle las primarias a Eduardo Madina hace cinco años, y esa complicidad por taparse mutuamente explica la omertá recíproca en el caso de los EREs.
Una vergüenza para ambos y para su partido, por mucho que la práctica totalidad de las televisiones intenten blanquearlo.