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EDITORIAL

El legado de Mariano Rajoy que se echa en falta en la España de Pedro Sánchez

El expresidente crece a medida que se conocen más y mejor los planes de su sucesor. El contraste entre Rajoy y Sánchez refleja la mudanza de una España de consensos a otra de trincheras.

El legado de Mariano Rajoy que se echa en falta en la España de Pedro Sánchez

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Seguramente Mariano Rajoy cometió errores de bulto y dejó la sensación, sea o no cierta, de que no supo evitar una moción de censura que elevó a Sánchez en la Moncloa con una funesta sociedad entre independentistas y populistas que está muy cerca de repetirse.

La idea de que, al conocerse el plan del mismo Sánchez que obligó antes a repetir las Elecciones y perdió por más diferencia, Rajoy ni convocó a las urnas ni dimitió y con ello facilitó el asalto del líder socialista, está muy extendida.

Pero no es del todo cierta: una vez registrada la moción, Rajoy no podía disolver las Cámaras y convocar comicios. Y marcharse no hubiera asegurado la designación de un sucesor en el PP, sin los votos suficientes frente a los aliados de la moción.

Solo si hubiera detectado ese movimiento, hubiera podido adelantarse convocando a los españoles a las urnas advirtiéndoles de la operación en marcha por un Sánchez dispuesto a todo con tal de lograr a cualquier precio lo que las urnas le habían negado sistemáticamente. Y desde luego cabe preguntarse cómo es posible que el Gobierno no tuviera la información precisa y suficiente para conocer y adelantarse a esa hoja de ruta.

En todo caso, el Rajoy que acaba de presentar sus oficiosas memorias, tuvo un mal epílogo pero dejó un gran legado, cada vez más valorado viendo la cadena de despropósitos, errores y abusos que le sucedió, encarnados todos en Sánchez y sus aliados.

Con él gobernando, España recuperó el aliento económico, hundido con su antecesor Zapatero; atendió el conflicto catalán sin provocar altercados pero destituyendo incluso al Gobierno de Puigdemont; ofreció pactos a casi todo el mundo que no siempre fueron atendidos pero dejaron un poso de disposición al consenso hoy disipado y, en general, recuperó la confianza del mundo en España.

De la moderación a las trincheras

La figura de Rajoy, un dirigente sensato, sin grandes aristas y abonado a la moderación, se añora en una España que se ha abonado al sectarismo, la confrontación y las trincheras como elementos de movilización para una izquierda que se une para destruir antes que para construir.

La comparación entre el presidente del PP y su sucesor en el PSOE causa pasmo: mientras el primero le ofreció una coalición y no tocó nada estructural del Estado sin dialogar con él; el segundo asaltó las instituciones, blanqueó a los mayores adversarios de la Constitución y está dispuesto a romper el consenso del 78 con tal de conservar un poder que le viene grande.