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La Segunda Transición de Pedro Sánchez: el afán imposible del nuevo Caudillo

El líder socialista está dispuesto a cruzar todas las líneas rojas, aunque perjudique a España. Pero ni aun queriendo, podrá fácilmente: los 155 diputados de PP. Vox y Cs son su barrera.

La Segunda Transición de Pedro Sánchez: el afán imposible del nuevo Caudillo

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Llegados al punto en el que estamos, no es desproporcionado decir que hace ya tiempo que los intereses de España dejaron de estar por encima de la ambición personal de Pedro Sánchez. El líder socialista ha quedado desnudo ante los españoles, dañando su liderazgo y su credibilidad –la que aún le quedaba– en este proceso de formación de un nuevo Gobierno. Incluso para los suyos ha puesto muy difícil la digestión de estos acuerdos, aunque su silencio les haga cómplices.

Y habida cuenta de que el documento sellado por los negociadores de PSOE y ERC recoge una consulta para que solo los catalanes avalen o rechacen el fruto de una mesa de negociación entre Gobierno y Generalitat, en igualdad de condiciones, tampoco es exagerado afirmar que Sánchez ha cedido, por seguir en La Moncloa, parcelas que un presidente garante de la Ley tiene vedado entregar.

El caudillismo

¿Dónde terminará la soberanía nacional del pueblo español del artículo 1. 2 de la Carta Magna? Disgregado. Y esto, claro, es lo peor de todo. Aún más grave si, como estamos viendo, no se ponen reparos en liquidar -veremos si irreversiblemente- el prestigio y la utilidad de instituciones básicas del Estado que se colocan por conveniencia al servicio del Caudillo Sánchez.

Ante ese daño, quedan en segundo plano las posibilidades reales que tiene el mandatario del Partido Socialista de salir airoso del asalto “progresista” pergeñado por él y sus gurús. Aunque hayan dado por sentado demasiado deprisa el respaldo que pueda recibir el invento de ese elenco dispar que reúne al neo comunismo de Pablo Iglesias, a los independentistas de Gabriel Rufián, al PNV, a los filoetarras de Arnaldo Otegi y a una suerte de fuerzas regionalistas ávidas del minuto de gloria televisivo.

Porque ni siquiera sumando todo ese mundo “plural” a los socialistas le daría hasta alcanzar los 210 diputados imprescindibles (la mayoría de tres quintos de cada Cámara) para aprobar una reforma constitucional de asuntos de calado que reuniese alrededor del sanchismo a los que, por distintas razones, están deseando poner en marcha la Segunda Transición española.

Los 151 diputados “constitucionalistas” de PP, Vox y Cs hoy son una barrera infranqueable. Imprescindible para frenar las ganas de Pedro Sánchez de acomodar la Constitución hasta hacerla “amable” a quienes en realidad no tienen como aspiración cambiarla, sino terminar con ella.

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