Nada justifica que PP, Cs y VOX no hagan una coalición en Cataluña y toda España
NI la repetición electoral fue aprovechada para entender que el mayor aliado de Sánchez fue y es la fragmentación del voto. Cataluña brinda la oportunidad de enmendar ese error.
Ciudadanos ha aceptado, por primera vez, la posibilidad de ir junto al PP en una coalición electoral en una Comunidad, la catalana, donde ganó las Elecciones y superó muy claramente en votos a los populares.
Hacerlo en Navarra, como se hizo en su momento, tenía menos mérito, dada la irrelevancia de los naranjas en el Reino. Y pese a eso, la coalición con UPN obtuvo una victoria, tan nítida como insuficiente por la sonrojante disposición del PSOE a acceder al Gobierno pese a su derrota y gracias al voto pasivo de Bildu.
Aquel amargo éxito debió de ser suficiente para que todo el centroderecha entendiera que nada aumenta más las opciones electorales de Pedro Sánchez que su fractura. Y que el líder socialista les diera una oportunidad de enmendar su estrategia, al repetir en noviembre las Elecciones Generales, fue una feliz casualidad para ellos que desaprovecharon con los efectos hoy conocidos.
Porque si algo ha auxiliado a Sánchez, que gobierna con puño de hierro pese a tener incluso un diputado menos que aquel Rajoy forzado a repetir también comicios, ha sido la fragmentación de un voto en opciones cuyos líderes estaban bastante más fragmentados y condicionados por sus intereses que sus respectivos votantes.
No aprendieron la lección a tiempo, o no quisieron pese a las evidencias, y así sucedió: con más votos totales que la izquierda, independentistas aparte, gobierna España una coalición del PSOE y Podemos intervenida por ERC, el PNV y Bildu.
Enmendar ese histórico error y hacer justicia con sus propios electores es una responsabilidad exigible a PP, Cs y Vox, que tienen la obligación de intentar traducir en el mayor número de escaños los votos que acumulan. Es incompatible alertar sobre los peligros que sufre España por los partidos que la dirigen y luego no ser capaces de renunciar a sus intereses gremiales, facilitando así que esos riesgos prosperen.
Una parte de esa responsabilidad le cabe a Ciudadanos, más centrado hasta su hundimiento en adelantar al PP que en hacer una de las dos únicas opciones que tenía: coaligarse antes de las votaciones o forzar al PSOE a gobernar con ellos.
Otra la tiene Vox, aun de manera involuntaria, pues si algo ha auxiliado a Sánchez hasta hacerle presidente es esa división de lo que siempre tuvo el PP.
Y una más le cabe al PP, que no ha sido capaz de liderar una fórmula de consenso, aunque lo ha intentado, para integrar a todos en un objetivo común de rango máximo. Casado lo intentó y lo sigue intentando.
Cataluña brinda una oportunidad de redimir errores, pero será en vano si no se implanta con vocación de continuidad y de integración. Porque junto a la división otro problema acecha a esa alianza: dejar fuera a VOX o que VOX se quede fuera voluntariamente refleja una torpeza y un miedo absurdo a quienes, pactando con soberanistas y filoterroristas, se permiten estigmatizar alianzas perfectamente legítimas y constitucionales.