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Tensión en Moncloa: la lucha por el poder interno añade un problema más

El enfrentamiento entre Carmen Calvo e Iván Redondo es otro síntoma más de la complejidad de un Gobierno hecho a retales, por compromisos y con injerencias externas.

Tensión en Moncloa: la lucha por el poder interno añade un problema más

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Había pasado desapercibido hasta que ESdiario se fijó en unas frases sin destacar en la entrevista de El País a la vicepresidenta Carmen Calvo. En ellas, convertidas luego en el tema del día para la práctica totalidad de los medios de España, la número dos del Gobierno delataba la formidable lucha por el poder interno que subyace en Moncloa.

Lo hacía rebajando los galones de Pablo Iglesias, al que trataba con displicencia como un visitante habitual de su despacho y, sobre todo, marcando al todopoderoso Director del Gabinete de Presidencia, Iván Redondo, con un juicio demoledor sobre su gestión y un marcaje claro de sus competencias, muy por debajo de las de Calvo, según su testimonio.

A alguien con la experiencia de Calvo no se le escapan estas palabras de forma involuntaria. Y tampoco cabe alegar que la interpretación de terceros, empezando por la de este periódico, no se corresponde con la realidad o, al menos, con su intención.

Lo que ha dicho goza de toda la intencionalidad, y solo sorprende que el periódico receptor de tan relevantes reflexiones no las destacara, bien premeditadamente para no alterar al Gobierno al que tanto cobija; bien por una improbable falta de olfato de sus periodistas, todos expertos y de amplia trayectoria.

A todos los problemas de una coalición artificial con Podemos y una intervención de ERC, se le añade la disputa interna a cara de perro

Asistimos, pues, a otra consecuencia del tipo de Gobierno que gestiona España, un compendio de dos partidos intervenidos por uno más y, además, lastrado por la desconfianza entre todos sus actores y, dentro de ellos, entre las distintas facciones.

¿Ingobernable?

Que haya 22 ministerios, un gabinete presidencial que es casi un Consejo de Ministros en la sombra, una comisión de coordinación entre PSOE y Podemos y un interlocutor externo decisivo como ERC resulta, sencillamente, un despropósito. Y quizá un problema ingobernable.

Cabe agradecerle a la vicepresidenta su claridad, pues gracias a ella hemos conocido lo que ya era un secreto a voces y ahora es una realidad publicitada: a todos esos obstáculos hay que añadirle uno más. Que no es otro que la disputa interna por ostentar y ejercer el mayor poder posible, no solo frente adversarios sino también, y quizá antes de nada, ante compañeros y aliados.