Casado retrata a Sánchez: solo quiere pactar con populistas y separatistas
El PSOE se ha dedicado a destruir pactos constitucionalistas y a intentar que parezca siempre culpa de otro. Pero esta vez ha quedado retratado para siempre.
Pedro Sánchez se reunió con Pablo Casado en Moncloa para simular que busca consensos y, sobre todo, para servirse de la inmensa maquinaria mediática que le secunda (con relevo en la Agencia Efe incluida) y esparcir la falacia de que el PP bloquea la renovación de instituciones.
Ni los más acérrimos seguidores del líder socialista pueden negar, sin ruborizarse, la evidencia de que desde la moción de censura todo lo que ha hecho el actual presidente es achacar a sus rivales la imposibilidad de un acuerdo que nunca ha buscado para, en realidad, disfrazar el que siempre quiso y finalmente selló.
El mismo que le llevó a la presidencia con la moción de censura y que ahora forma parte del Gobierno, caso de Podemos, o lo tiene intervenido, caso del independentismo en su conjunto. Solo la torpeza de Albert Rivera para darse cuenta de su jugada hizo prosperar la falacia de que Sánchez llegaba a acuerdos con quienes estaban desafiando a la Constitución porque no le quedaba más remedio.
Pero Pablo Casado ha estado más perspicaz y tenía bien aprendida la lección y ha evitado que esa burda estrategia prospere a su costa como en el pasado, injustamente, lo hizo a la de Ciudadanos. Su oferta de Pactos de Estado (hasta once le ha ofrecido en los últimos meses) rompe el mantra del bloqueo y coloca a Sánchez frente a su espejo.
Sánchez, frente a su espejo
Porque tiene alternativas para no depender ni de Podemos ni del separatismo, y las tiene en la misma línea en que, tradicionalmente, PSOE y PP han resuelto los asuntos estructurales del país más allá de sus legítimas diferencias.
El encuentro, por ello, ha servido para retratar al presidente ante todos los españoles como lo que es: un personaje artero que rompe consensos mientras apela al diálogo y se alía con los peores mientras intenta destruir a sus rivales. Ya no cuela, y Casado ha tenido la habilidad de dejarlo en evidencia.