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La vergüenza sindical y política de Canal Sur contra un Gobierno sensato

La huelga en la televisión andaluza es una burda campaña de presión política contra Juanma Moreno y la ciudadanía de Andalucía debe saberlo y tomar nota.

Juanma Moreno, presidente de Andalucía

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De una manera incomprensible y arbitraria, los politizados sindicatos de Canal Sur han oscurecido la señal de una televisión que, en estos momentos, no se ven en Andalucía. Y lo han hecho después de que la dirección del ente autonómico, altavoz del socialismo durante décadas y epicentro del clientelismo andaluz, aceptara la práctica totalidad de las peticiones laborales de las centrales.

Es decir, Canal Sur no emite y se sacudirá con varias jornadas de huelga general en el mismo instante, paradójicamente, en el que todas las reivindicaciones sindicales estaban concedidas o en fase de estudio para ser aceptadas y encauzadas: desde la reversión de ajustes salariales hasta las inversiones en equipos o, incluso, la democratización del trabajo en redacción.

¿Cómo es posible que se adopten medidas tan traumáticas, incompatibles con las obligaciones de un supuesto servicio público, justo en el momento en que más y mejor se atienden las reclamaciones laborales y económicas de los teóricos representantes de la plantilla?

La respuesta es bien sencilla: no estamos ante una huelga laboral, sino ante una respuesta política que mezcla la subordinación de la entidad a los intereses del PSOE andaluz con, probablemente, la resistencia de los gremios internos a acabar con el clientelismo político y económico que ha hecho de Canal Sur una de las televisiones públicas más controvertidas de España.

Excusas para atacar a Moreno

Utilizar una institución pública, con excusas de todo tipo, para ejercer de ariete contra el Gobierno legitimo de Andalucía, es de una gravedad extrema: lo que los ciudadanos decidieron con sus votos, que fue colocar al popular Juanma Moreno en el palacio de San Telmo, no puede ser rectificado ni zaherido desde los despachos políticos de un ente público.

El terremoto de Canal Sur es un ejemplo más de la apropiación de los medios públicos por parte de la izquierda, que los gestiona como si fuera de su propiedad cuando está en el Gobierno y los destroza desde dentro cuanto está en la oposición. Incluso ante Gobiernos tan moderados como el de Moreno, un presidente sensato que deberá aguantar el pulso con la certeza de que, pese al ruido, le asiste la razón.

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