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El polémico papel de los medios en la crisis internacional del coronavirus

La epidemia de histeria está siendo peor que la de gripe china, y los medios de comunicación tienen una responsabilidad en ese fenómeno tan descabellado.

El polémico papel de los medios en la crisis internacional del coronavirus

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Las imágenes de reporteros televisivos pertrechados con mascarillas en supuestas "zonas cero" del coronavirus han inundado las pantallas de todo España, y del resto del mundo, en un controvertido show que parece priorizar el espectáculo sobre la información al objeto de captar, a cualquier precio, la atención del público.

Pese a que comunicadores como Lorenzo Milá, Carlos Herrera o Antonio Martín Beaumont en Espejo Público han insistido en hacer pedagogía con los datos reales de la epidemia, mucho menos inquietantes y bastante más controlables; se ha impuesto una narración dramática de los hechos deformados hasta instalar en el subconsciente colectivo la idea de que estamos ante una especie de Apocalipsis terminal.

Por supuesto que hay razones para la inquietud, y es necesario sin duda extremar las precauciones, conocer la verdad en tiempo real, examinar el trabajo de las autoridades y recibir respuestas concretas a todo. Pero no las hay para esta ceremonia de la confusión que convierte la aparición de un simple infectado en una especie de prueba definitiva de la cercanía de una pandemia letal.

Que un millar de personas haya sido aislado en un hotel de Tenerife porque allí estuvieron dos italianos infectados es un despropósito que enlaza más con ese relato televisivo que con la realidad objetiva de los hechos y la dimensión patológica del virus de origen chino: se atiende más a la histeria que a la medicina, y con ello se alimenta un espectáculo indecoroso.

La vacuna al alcance

La proliferación de vídeos fake, seudoinformaciones conspiranoicas y teorías abracadabrantes terminan por rematar el show y demuestran que la única epidemia ciertamente masiva es la de la desinformación y el bochorno.

Ni aunque crezcan las cifras de afectados tendrá un pase el sainete que estamos presenciando, una especie de carrusel deportivo que narra casi en tiempo real la aparición de un afectado y lo proyecta a la opinión pública como el indicio de una hecatombe venidera. Un poco de seriedad, de contención y de sentido común vendrían muy bien. Y ésta vacuna sí la tenemos al alcance de la mano.