Así desmontó el PP el intento torpe de la izquierda de utilizar a la mujer
La izquierda más radical y demagógica intenta apropiarse de todas las banderas. Pero los populares han sabido replicar esta vez con inteligencia. Ésta es la secuencia.
La causa del feminismo bien entendido, en definitiva la de la igualdad, siempre debió situarse por encima de los intentos de apropiación de unos y de otros. De momento, al menos en España, parece imposible. Sin embargo, las reivindicaciones con motivo del Día Internacional de la Mujer confirmaron la capacidad de movilización de las organizaciones feministas. El respaldo a las manifestaciones, con epicentro en Madrid, naturalmente desbordó la lucha partidista de las siglas.
Y ello pese al torpe intento de las izquierdas de apropiarse de una bandera que ha sacudido la propia estructura del Gobierno de Pedro Sánchez. La cohabitación de los socios saltó literalmente por los aires en la peor semana de la coalición, con la Ley de Libertad Sexual en el centro del choque.
Las constantes filtraciones interesadas, sumadas a intentos de pescar en río revuelto por parte del propio alto mando monclovita, han dejado en las facciones del Gobierno magulladuras y ofensas por cobrar, reales o exageradas.
La instantánea de unidad que ofreció la mesa de coordinación del PSOE, bajo la batuta de Adriana Lastra e Iván Redondo, y Unidas Podemos, con Pablo Echenique y Julio Rodríguez al frente, no sirvió para esquivar tan nutrido abanico de tensiones. La trompetería con la que se convocó a contrarreloj dicha cita apenas da idea del extremo al que habían llegado la crispación, los rejonazos y la exhibición de cuchillos.
Lo que Lastra quiso reducir a un mero “ruido ambiental” constituyó en realidad “una auténtica olla a presión”, para otros “una jaula de grillos”, según confesión de las partes.
Por medio, ese borrador de anteproyecto con errores en la forma y en el fondo, aspectos cercanos a la inconstitucionalidad o cuestiones ya legisladas. Carmen Calvo intentó frenar la precipitación de Irene Montero.
Algo de lo que han tomado buena nota en Unidas Podemos. Tanto como para situar a la vicepresidenta primera en su punto de mira, convirtiéndola en un conflicto de convivencia con el propio Pablo Iglesias.
En La Moncloa han visto con sumo placer que Irene Montero haya sido acorralada por las preguntas de media docena de periodistas en rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros. La lucha entre socios gubernamentales ciega el sentido común.
Más allá de eso, sobre la mesa de los estrategas monclovitas, y de la propia Calvo, se amontonan datos contantes y sonantes según los cuales las tesis socialistas clásicas sobre feminismo pierden fuelle ante el empuje “3.0” podemita.
Con las tripas del CIS entre manos, casi el 5,5% de los españoles se declaran ideológicamente feministas. Un goloso caladero de votos que el PSOE de ninguna manera va a servir en bandeja de plata a Unidas Podemos.
En todo caso, el interés de las ministras de uno y otro lado era ir por separado a la manifestación y detrás de pancartas bien diferenciadas. Las socialistas, “Mujeres libres, mujeres iguales”; las podemitas, “Unidas, libres y feministas”.
Entretanto, ha contrastado de forma inteligente el vídeo del PP, que ha alzado la cabeza dando forma a una reivindicación “en positivo” de la mujer, con la apuesta incluida del elogio a Ada Colau o la espontanea emoción de la dirigente popular Ana Beltrán alegrándose por la “suerte” de Irene Montero.
En un momento de crispación, con la izquierda imbuida en el modo de refundar su marxista lucha de clases, monopolizando ahora a la mujer como si fuera la nueva paria de la sociedad, los populares han puesto el foco en lo esencial: la visibilidad de las mujeres, la horizontalidad de la igualdad del feminismo.