Echenique, el fabricante de bulos que necesita más un bozal que una mascarilla
El portavoz de Podemos no solo no se disculpa ni se modera tras negar la virulencia del coronavirus, sino que imparte agresivas lecciones diarias. El Azotador le pone en su sitio.
No es fácil determinar las posiciones punteras en el ránking de irresponsables que la pandemia está dejando, pero fuera cual fuese el orden, Pablo Echenique aparecería holgadamente en las primeras posiciones.
Será difícil verle en una clasificación de aportaciones a la convivencia, el sentido común o el progreso colectivo; pero en todo aquello que huela a trinchera, desprecio, agitación y demagogia, el portavoz parlamentario estará tan presente siempre como las moscas en una boñiga de vaca.
Ahora pretende ir de máximo concienciado del mundo por la tragedia sanitaria que soporta España, con la misma falta de pudor y de humildad que le llevó, hace un mes, a insultar a todo lo que se movía por no decir lo que él dijo y le perseguirá de por vida: "En el mundo real la epidemia está absolutamente controlada".
Hay que tener mucha desfachatez para lanzar primero a la gente a la calle en masa, como él y otros como él hicieron antes del 8 de marzo pese a las alertas de la OMS; y ahora erigirse en el español más preocupado por sus consecuencias, hasta el punto de anunciar la presentación de una querella contra el autor de un vídeo viral con aspecto de bulo.
Para bulo gigante, temerario y de consecuencias feroces, el de Echenique, todo Podemos y casi todo el PSOE: escondió a sabiendas las alarmas sanitarias internacionales y, en lugar de decirle a la gente que huyera rápido del tsunami, la empujó contra la gigante ola que ha convertido a España en el país de origen del 20% de los muertos por coronavirus en todo el mundo, siendo apenas el 0.6% de la población.
¿Negligencias?
Esa terrible desproporción quizá explique la ristra de denuncias y querellas presentadas contra el Gobierno en distintas instancias judiciales, que a falta de control parlamentario pueden ser el único conducto para aclarar si hubo negligencia y con qué resultado y consecuencias: de momento llevamos 10.000 muertos, el doble que Francia y diez veces más que Alemania.
Solo por ese dato, Echenique debería poner a prueba la movilidad de su coche oficial con chófer yéndose lo más lejos que el Estado de Alerta le permita o, si ello no es posible, recluyéndose como todo el mundo en su casa con algo de discreción: tápese, don Pablo, que se le asoman las vergüenzas.
Porque Echenique tiene la misma autoridad para hablar del Covid-19 que del paro, los trabajadores y las empresas: como contratador, todos recordamos cómo fue multado por la Seguridad Social tras descubrirse que no pagaba sus seguros al profesional que le cuidaba, que hay que tener cuajo. Y como currante, aquí tienen el contraste entre los 3.5 millones de parados y él, que sin hacer nada recordable se embolsa entre pitos y flautas casi 8.000 euros mensuales.
Todo ello en su país de adopción, en el que pudo tratarse de una terrible enfermedad que en su Argentina natal no hubiese sido atendida con los recursos que sin duda merecía. En esa España que es un horror cuando no gobiernan los suyos y un paraíso cuando sí lo hacen aunque apilemos muertos en las morgues, enfermos en los hospitales y ciudadanos aterrorizados en sus casas.
Un bozal para Pablo
Esta España, Pablito, que le dio a él la mejor salud posible, un título universitario, un puesto de investigador y una variadísima de cargos públicos espléndidamente remunerados que el susodicho ha utilizado para enfrentar, falsear la realidad y sacar partido de ello.
Aunque no podemos contar ninguno con que el Gobierno "social" del PSOE y Podemos consiga traer a España material sanitario en la cantidad suficiente para que no seamos también el país del mundo con más heroicos sanitarios contagiados; hagamos un ruego: si puede ser, que cuando tengan a bien conseguir mascarillas para todos, metan en el pedido algún bozal para que, además de contagios, podamos prevenirnos de los ladridos.