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España protesta con razón, pero debe hacer primero estas preguntas a Sánchez

El hartazgo de la ciudadanía es lógico y plausible, pero debe aprender a encauzarlo para no ayudar a un Gobierno que solo sabe hacer caricaturas falsas de la indignación.

Pedro Sánchez, en el Congreso

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La Razón publica este lunes un nuevo documento que consolida lo que ESdiario ha venido contando desde hace semanas, con cifras, comparativas, pruebas y fechas: el Gobierno tuvo constancia fehaciente de la dimensión del coronavirus en un informe firmado por el propio Ministerio de Sanidad a fecha 24 de enero. Y no hizo nada.

Desde ese día hasta que se decretó el Estado de Alarma, pasaron 50 días. Y en ese tiempo, el mismo Gobierno que presume ahora de “rapidez”, desoyó hasta 40 avisos claros de la OMS, la Unión Europea y sus propios servicios sanitarios, magnificando el peligro y exponiendo a la ciudadanía a un riesgo que pudo mitigar.

El resultado es que, a día de hoy, tenemos 613 muertos por millón de habitantes, más de doble que EEUU y entre cinco y cien veces más que la práctica totalidad del mundo. Y soportamos un crecimiento del desempleo nueve veces superior a la media europea y el doble de hundimiento del PIB.

Decir estas cosas, con rigor, es bastante más razonable y eficaz que permitirse un desahogo en la calle, por muy hartos que estén los ciudadanos y muchas razones que tengan para protestar contra un Gobierno que amplificó los riesgos del coronavirus por su negativa a tomar medidas a tiempo.

Porque a Sánchez le viene mucho mejor la imagen de ciudades tomadas por coches dando bocinazos, encabezados por VOX, que responder, una a una, a todas las preguntas. Sin duda es una caricatura deformada de la naturaleza de la protesta, mucho más amplia y razonable que la proyectada por los altavoces mediáticos de Sánchez, ufanados en esparcir la falsedad de que solo acuden personas envueltas en banderas preconstitucionales y a bordo de coches de lujo.

Tiempo habrá de celebrar manifestaciones y de enjuiciar las negligencias evidentes del Gobierno en sede institucional o judicial, pero mientras conviene no darle excusas para que siga evitando responder a las preguntas que, probablemente, se hace una inmensa mayoría de ciudadanos.

¿Por qué tiraron a la papelera las alertas internacionales que otros atendieron? ¿Por qué permitieron hasta el 9 de marzo aglomeraciones masivas sabiendo que eso potenciaba un contagio masivo? ¿Por qué permitieron vuelos con Italia hasta el 10 de marzo y dejaron las fronteras abiertas hasta el 17 de marzo? ¿Por qué desaconsejaron el traslado de nuestros mayores a los hospitales y pidieron que les dejaran encerrados en su habitación?

¿Y por qué el coronavirus ha dejado cien veces menos muertos en Corea que en España cuando partimos de las mismas cifras y avisos? ¿Por qué desecharon la compra de material sanitario a tiempo? ¿Por qué no hicieron ni hacen test a casi nadie digan lo que digan? ¿Por qué no da cifras reales de fallecidos?

Concentrarse en interrogar a un Gobierno que fue imprevisor cuando debió adelantarse y ha coaccionado los procedimientos democráticos para fabricarse una excusa a medida, puede ser ahora más útil que gritar "basta ya", por merecido que se lo tenga Sánchez.