Cómo evitar el contagio en la desescalada
La vacuna más eficaz sigue siendo la responsabilidad individual y la generosidad colectiva
¿Nos podemos relajar al conseguir cambiar de Fase en la “desescalada”?
Por supuesto que todos, políticos, gobernantes, profesionales, investigadores, y todos y cada uno de nosotros, deseamos que cuanto antes podamos disponer de los medicamentos eficaces contra el virus SRAS-CoV-2, que es el causante la enfermedad COVID-19, y sobre todo de la vacuna eficaz y universal para todos, y desde luego cada vez estamos más cerca de conseguirlo.
Pero mientras tanto, conviene recordar que disponemos de la “vacuna más eficaz” para todos, que nos protege a todos, y que se basa en la generosidad, la solidaridad y la responsabilidad de todos y cada uno de nosotros, y especialmente en el sentido común.
Esto significa que no, en absoluto debemos relajarnos porque nos hayan permitido pasar a la Fase siguiente, porque el virus continúa entre nosotros, y no está en el aire, sino en las personas, tanto las que padecen la enfermedad, como en cualquiera de nosotros que podemos estar pasándola de forma asintomática, o que incluso podemos ser “portadores sanos”.
Esta vacuna social, que nos beneficia a todos se basa en “las 3 reglas de oro para vencer al coronavirus”, que son fundamentales para neutralizar el gran poder de contagio de este virus:
1.- Higiene de las manos:
Sabemos desde el principio que el lavado correcto de las manos, durante al menos 20-30 segundos, con agua y jabón en casa, o con gel hidroalcohólico en la calle y en el trabajo, es la mejor medida para evitar el contagio. El jabón o los productos comerciales de geles, consiguen disminuir la actividad de las “espinas” o “espículas” que tiene el coronavirus en su superficie (de ahí la corona de su membrana), y de esa forma evitamos que se acople a nuestras células y no pueda entrar para replicarse y seguir contagiando.
2.- Distancia física:
También sabemos que el virus se contagia entre nosotros a través de las “micropartículas” de saliva que todos expulsamos al hablar, al reír, al toser o al estornudar, (gotitas de Flügge), que llevan en su interior millones de virus que, de no interponer una barrera eficaz, podemos respirar y por tanto facilitar el contagio a nuestros interlocutores.
Todos los estudios realizados hasta este momento demuestran con evidencia científica, que mantener una “distancia física” de 1.5 a 2 metros entre las personas, es la mejor medida de seguridad par evitar el contagio. Ahora el Gobierno en sus nuevas indicaciones y normativas, nos dicen que deben ser 2 metros como mínimo y realmente, aunque nadie conoce las razones del cambio de criterio, lo cierto es que debemos intentar cumplir esta nueva norma, que desde luego va a costar mucho respetar, sobre todo en las terrazas y los restaurantes.
Recordemos que se trata de “distancia física”, y no personal, ni social, lo que nos hace recordar que tenemos que seguir relacionándonos con todas las demás personas, pero eso sí, con total seguridad.
3.- Mascarillas obligatorias para todos:
Está también demostrado y con la máxima evidencia científica que una “mascarilla eficaz”, que evite el paso de esas microgotitas de saliva que expulsamos por la nariz y la boca, es la mejor barrera al contagio, siempre que no se pueda mantener la distancia física de seguridad que hemos comentado anteriormente.
Es cierto que la falta de pedagogía política y de educación para la salud, puede confundir a la población cuando los políticos y comunicadores no somos capaces de explicarnos bien ante los cambios de criterio, y eso es lo que está contribuyendo a disminuir nuestra credibilidad y a incrementar la incertidumbre de la población en general.
Al principio sólo aconsejábamos el uso de mascarilla para los pacientes diagnosticados, con el fin de que “ellos no contagiaran a los demás”, es decir, a los profesionales, los cuidadores y las familias. Y ahora, todos los expertos aconsejamos su uso para todos, enfermos o no. Pero esto no ha sido por capricho, sino por dos razones fundamentales: la primera, que la situación epidemiológica ha cambiado mucho en estos dos últimos meses. Ahora, esta demostrado que estamos viviendo una situación de “transmisión comunitaria”, es decir, que cada uno de nosotros podemos ser portadores del virus, y por lo tanto “potenciales contagiadores”. También es cierto que, por entonces no había mascarillas para todos, y por ello se terminaron todas en las farmacias.
Al margen de las posibles críticas a los políticos y gobernantes, la verdad es que ahora la evidencia científica aconseja que todos y cada uno de nosotros llevemos la mascarilla en los transportes públicos, en el trabajo, en todos los lugares cerrados y cuando salimos a pasear, solo si nos paramos a saludar a otras personas y no podemos mantener la distancia física de seguridad, situación que debemos tener muy presente también cuando asistamos a las terrazas o al interior de un restaurante, de un bar o una cafetería.
¡Ya hemos pasado de Fase!
Unos a la Fase UNO como Madrid, y más del 50% de España a la Fase DOS, y podemos ir a ver a nuestros familiares, a nuestros hijos y a nuestros nietos; en la Fase UNO podemos reunirnos hasta 10 personas y en la Fase DOS, hasta 15. ¿Podemos entonces por fin abrazar y besar a nuestros seres queridos y sobre todo a nuestros nietos? La verdad es que si todavía nos hacemos esta pregunta es que los que tratamos de comunicar en salud, no lo estamos haciendo bien. La respuesta desde la evidencia científica es “NO”, porque cada uno de nosotros hemos estado viviendo en ambientes diferentes y al ser potenciales contagiadores podemos provocar nuevos casos y ese rebrote que ninguno deseamos.
Me preocupa ver en los medios de comunicación la importancia que se le da a esos dos metros entre las mesas de una terraza, sin recordar que luego en la mesa, cada persona debería respetar los 2 metros de distancia para evitar el contagio de la enfermedad, del mismo modo que en las reuniones que mantengamos con nuestros amigos en casa.
Se que es muy difícil cumplir con esta medida y por eso, cuando por la razón que sea no se pueda hacer, recuerden que entra en juego la tercera regla de oro, el uso de la mascarilla, siempre potenciada por la primera, la higiene completa de las manos.
Es la hora de la responsabilidad de cada uno de nosotros para contribuir a evitar más muertes, que por desgracia todavía se producen cada día, porque el coronavirus sigue entre nosotros y desde luego no está en el aire, sino en el aparato respiratorio de cada uno de nosotros. ¡Cuídense mucho! y recuerden el lema saludable de la generosidad: ¡Yo te protejo, tú me proteges!