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¿Cómo van a abrir las aulas mientras siguen cerrados los centros de salud?

La impresentable falta de previsión de un Gobierno de vacaciones mientras España se dirige al caos alcanza el cénit en la vuelta al cole: es inviable, pero hacen como si fuera posible.

Isabel Celáa

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A escasos días ya del comienzo del curso escolar, es imposible saber cómo abrirán los centros educativos e incluso si abrirán. Lo único que se sabe es que no se sabe nada, más allá de genéricas apelaciones del Ministerio de Educación al respecto de una apertura segura, más destinadas a ganar tiempo que a lanzar un mensaje de seguridad sustentado en la perfecta organización de la logística necesaria en tiempos tan preocupantes.

Que algunas Comunidades, como la catalana, hayan lanzado su protocolo propio, agrava la sensación generalizada de que no existe otro plan que probar, desde una falsa normalidad que no atiende a las circunstancias reales de seguridad y control de la pandemia, sino a la necesidad de poner en marcha el sistema educativo como sea.

En Alemania, que comienza sus clases en agosto, ya se han clausurado dos escuelas, pese a que las infecciones en el país son sensiblemente inferiores a las de España, que fue récord de contagios y muertes en la primera ola y lidera tristemente las estadísticas en este rebrote. Y la Generalitat ya ha anunciado que, con dos casos confirmados, se procederá a suspender las clases.

Con ese panorama, parece muy difícil que ningún centro educativo, desde infantil hasta la Universidad, pueda mantener su actividad más allá de septiembre, lo que plantea una pregunta obvia: ¿Se abren las aulas ahora porque no hay riesgo o porque se quiere ganar tiempo y no se ha tenido la previsión de organizarlo de otra forma aprovechando la experiencia previa de marzo?

En un país que no ha reabierto aún ni los centros de salud, en los que la atención médica es por teléfono; que suspende el ocio nocturno o que no tiene fecha para el arranque normal de las competiciones deportivas profesionales, ¿cómo se puede defender la vuelta al colegio sin ningún plan firme más allá de medidas rutinarias?

Lo cierto es que la sociedad ha utilizado estos últimos meses para reorganizarse, a duras penas incluso y con un panorama desolador, al objeto de mantener su actividad. Y que, mientras, la Administración se ha ido de vacaciones. Que los primeros mantengan a los segundos pero carezcan de las garantías mínimas que a los segundos no les faltan, hace aún más indignante la falta de planificación.

Obvia en casi todos los ámbitos públicos, y escandalosa en el educativo. Los colegios, institutos y facultades se han ido de vacaciones tras medio curso previo clausurado, sin preparar una respuesta telemática decente al previsible abandono de las aulas y apostando, de manera frívolo, por un retorno que seguramente embarrancará en pocos días.

Que el Gobierno esté de vacaciones con un panorama general de ruina, miedo e incertidumbre es lamentable en su conjunto, pero especialmente sangrante en el ámbito educativo. La indolencia demostrada por Pedro Sánchez o Isabel Celáa, con 800 rebrotes activos, es inaceptable. Y solo se explica por la certeza de que, mientras España entera sufre, ellos tienen asegurado un buen sueldo, unas largas vacaciones y una estabilidad de la que el resto carece.

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