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El desastre educativo es de Celáa pero los sindicatos le hacen huelga a Ayuso

En el colmo de la desfachatez, los sindicatos más sumisos de la historia con el peor Gobierno posible, se suman a la campaña contra la Comunidad de Madrid en un asunto crítico.

Isabel Dïaz Ayuso

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La Comunidad de Madrid arrancará el curso escolar más complejo en décadas con una huelga de profesores convocada por los dos sindicatos más próximos a La Moncloa, muy proclives siempre a la algarada contra el PP y muy sumisos con la coalición del PSOE y Podemos.

Parece obvio que el arranque educativo llega con una pavorosa imprevisión, la misma que ha marcado la gestión del Gobierno en todo lo relativo a la pandemia. Y es incuestionable que, en este ámbito específico, las contradicciones, errores, improvisaciones y falta de liderazgo del Ministerio de Educación ha sido escandalosa, tanto como en materia sanitaria y económica.

Pero las mismas centrales que atizaron el fuego en la crisis del Ébola, saldada con un misionero fallecido y un perro sacrificado, han mirado sistemáticamente para otro lado, contribuyendo a armar un relato falso sobre estos meses que prescinde de la razón de que España padezca las mayores mortalidad y ruina del mundo: la mezcla de negligencia y fallos de un Ejecutivo superado.

Conviene perfilar ese contexto para entender por qué se convoca ahora un paro en una Comunidad que, como el resto, ha previsto el arranque del curso de manera similar. Es decir, superada por la situación y confundida por la falta de instrucciones de Isabel Celáa, que ha dicho de todo en estos meses y no ha hecho nada.

Salvar a la máxima responsable para cargar contra la Comunidad de Madrid en exclusiva delata el juego político que los sindicatos ponen en marcha, sintonizado con la reiterada campaña en pro de una moción de censura que expulse al PP y Ciudadanos de la Puerta del Sol: la izquierda no digiere que el centroderecha siga al frente de la primera región de España 30 años después, y utiliza cualquier excusa para intentar arreglarlo.

Pero lo cierto es que, mientras las centrales dan el enésimo espectáculo de sectarismo, el curso en Madrid y en el resto de España va a arrancar con la sensación de que parará en muy poco tiempo o se desarrollará a trompicones y con enormes problemas para alumnos, profesores, trabajadores del sector y padres.

Un retraso inaceptable

No está claro si la reapertura obedece a un criterio sanitario o a una mera obligación por la simple convicción de que, no hacerlo, provoca un estropicio logístico de conciliación de gran calado. Y la inexistencia de un Plan B, diseñado durante un verano lo suficientemente largo como para haber perfeccionado la enseñanza telemática, agrava esa sensación.

Que pese a todo no esté prevista una especie de cumbre entre el Gobierno y las Comunidades hasta el 27 de agosto, lo dice todo de la indolencia de Celáa, del cinismo de los sindicatos, de la falta de presión de las regiones y del desastre en ciernes. Uno más, y por muchos que haya habido, es inaceptable asumirlos sin que nunca pase nada.

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