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Nadie debería apoyar unos Presupuestos para un Gobierno que mantenga a Iglesias

Si Sánchez quiere Pactos de Estado, que los aplique de verdad. Mientras, no se puede ser sostén de unas políticas nefastas ni de unos objetivos institucionales suicidas para España.

Nadie debería apoyar unos Presupuestos para un Gobierno que mantenga a Iglesias

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Entre los múltiples excesos que Sánchez comete como presidente, hacer coincidir el repunte de la pandemia con la exigencia de que todos le apoyen los Presupuestos pero solo sus socios opinen sobre ellos, es uno de los más indignantes.

Pretende el presidente que el PP, y también Cs, le firmen un cheque en blanco y, para lograrlo, apela a la catástrofe económica que él mismo ha contribuido a aumentar y a un concepto que solo asume este Gobierno de manera retórica: los acuerdos "de país".

Todo ello sería no solo válido, sino también necesario, si de verdad Sánchez quisiera llegar a acuerdos transversales, aceptando fórmulas nuevas para tiempos nuevos en los que la lucha política tradicional carece de sentido y la búsqueda del consenso, más que una opción, es una obligación.

Pero a este Gobierno esa máxima solo le vale para intentar doblegar el control de la oposición sin variar ni una coma de sus planes. Que son rupturistas en lo institucional, frentistas en lo político y dañinos en lo económico. Pretende, en fin, que le respalden para aplicar una hoja de ruta marcada por la trágica combinación de antisistemas e independentistas, trufada por el populismo del que el propio líder socialista empieza a ser el máximo exponente.

El PP ha puesto como condición para apoyar unos nuevos Presupuestos que Podemos deje de estar en el Gobierno, y Ciudadanos debería hacer lo mismo. No se puede consolidar la funesta acción de una alianza del PSOE con un partido como el de Pablo Iglesias que, además, está intervenida por el nacionalismo.

Incluso aunque las cuentas presentadas fueran razonables, lo que es imposible viniendo de formaciones neocomunistas cuyas recetas han generado desastres en todo el mundo, puede apoyarse gratuitamente a un Ejecutivo orientado, en todo, a un cambio de las estructuras democráticas de España.

Y con Sánchez no cabe la ingenuidad: cada vez que ha apelado a Pactos de Estado, ha sido para estigmatizar a sus rivales, sustentado en la poderosa maquinaria mediática que lava a diario sus maquinaciones y fracasos; o para imponer recetas inapropiadas o directamente perjudiciales.

La verdadera razón de Estado en España es, en fin, frenar a un Gobierno sectario hasta la extenuación que, lejos de ser un antídoto contra los problemas, es un potenciando de todos ellos y un generador de algunos nuevos.