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Sánchez ignora a 22.000 muertos de Covid pero lamenta el suicidio de un etarra

La dependencia del PSOE de Bildu provoca una humillante escena en el Senado que constituye un desprecio sin precedentes a las víctimas del terrorismo y del coronavirus.

Pedro Sánchez, este martes en el Senado

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El presidente del Gobierno hizo este martes en el Senado algo sin precedentes, especialmente inoportuno y desde luego indecente: trasladas en sede institucional una especie de pésame público a Bildu por la muerte de un etarra, que dijo lamentar "profundamente".

Hay que ver las imágenes y escuchar su intervención varias veces para creerse algo que, de no ser comprobado personalmente, resultaría difícilmente creíble: Pedro Sánchez comprando el discurso tradicional de los herederos de Batasuna, que convierten hasta el suicidio de un etarra en una acto opresivo del Estado, para a continuación solidarizarse con sus padrinos.

Igor González Sola, miembro del comando Amaiur, se suicidó voluntariamente en su celda de la prisión vasca a la que había sido trasladado, como otros 60 terroristas desde que el nuevo Gobierno tomara posesión. Y si bien nunca hay que alegrarse de ninguna muerte, solo algunas merecen un reconocimiento público e institucional del presidente en un lugar tan sagrado como el Senado.

Y la de un etarra no está entre ellas, pues además de la insoportable ofensa que supone para las víctimas de terrorismo, supone un blanqueamiento de las causas que defendió con bombas y pistolas, un ninguneo del dolor que provocó y una legitimación de los discursos que convierten ese historial en una hazaña.

Sánchez no solo tuvo un detalle con un canalla condenado a 20 años por distintos delitos que formaba parte de la misma banda que asesinó a 850 personas, hirió a miles y provocó el exilio de decenas de miles. Además adecentó a Bildu, que es la clave de su impúdica intervención.

Porque con Bildu llegó a La Moncloa en la moción de censura, se mantuvo en ella en la investidura, gobierna en Navarra y pacta hasta la derogación de la reforma laboral. Y que para lograr o mantener todo ello esté dispuesto a homenajear a un etarra, lo dice todo de su catadura moral.

En cualquier contexto, sin duda. Pero especialmente en uno en el que su Gobierno ni siquiera es capaz de reconocer a 22.000 muertos por coronavirus a los que, aún hoy, esconde de las estadísticas oficiales.

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